Hoy Jesús alimenta a miles de personas con cinco panes y dos pescados. Lo que tenemos, lo que traemos a la mesa de Jesús, parece que no es suficiente para satisfacer todas las necesidades que vemos a nuestro alrededor. Pero no es el porte de nuestros suministros o nuestras habilidades lo que al final marca la diferencia: es el poder de Jesús obrando en los más pequeños y en los que menos recursos y capacidades delante del mundo aparentan tener, para transformar este mundo en el mundo que Dios desea, un mundo donde todos los hambrientos (en todos los sentidos) estén satisfechos.
Este es uno de los milagros más populares del Evangelio nos motiva a creer. Cada vez que leemos los evangelios somos alentados a confiar y a incrementar nuestra fe. Esto no es por nuestro deseo de devoción o por la positividad de la Biblia, esto se debe a la obra del Espíritu (Ro 10:17). Es decir, se debe a la sobrenaturalidad de Dios. De la misma forma cuando releemos este milagro debemos interpretarlo como lo que es: una manifestación del poder de Dios en su Hijo Jesucristo, la intención del evangelista no nos deja otra opción.
Para nuestro diario vivir el mensaje para hoy es que Jesús se ocupa de nuestra provisión. Está en nosotros el confiar en El (v. 6) y abrir nuestro corazón a su omnipotencia (v. 2)
Qué Dios nos de la claridad de la fe que cambia radicalmente la vida del ser humano.

La enseñanza para esta nueva semana
Juan 6:15
Después de esto, Jesús se dirigió al otro lado del lago de Galilea, el lago de Tiberias. 2 Y una gran multitud lo seguía, porque veía las señales que hacía en los enfermos. 3 Entonces Jesús subió a un monte, y se sentó allí con sus discípulos. 4 Ya estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos. 5 Cuando Jesús alzó la vista y vio que una gran multitud se acercaba a él, le dijo a Felipe: «¿Dónde compraremos pan, para que éstos coman?» 6 Pero decía esto para ponerlo a prueba, pues él ya sabía lo que estaba por hacer. 7 Felipe le respondió: «Ni doscientos denarios de pan bastarían para que cada uno de ellos recibiera un poco.» 8 Andrés, que era hermano de Simón Pedro y uno de sus discípulos, le dijo: 9 «Aquí está un niño, que tiene cinco panes de cebada y dos pescados pequeños; pero ¿qué es esto para tanta gente?» 10 Entonces Jesús dijo: «Hagan que la gente se recueste.» Había mucha hierba en aquel lugar, y se recostaron como cinco mil hombres. 11 Jesús tomó aquellos panes, y luego de dar gracias los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados. Esto mismo hizo con los pescados, y les dio cuanto querían. 12 Cuando quedaron saciados, les dijo a sus discípulos: «Recojan los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.» 13 Entonces ellos los recogieron, y con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada a los que habían comido, llenaron doce cestas. 14 Al ver aquellos hombres la señal que Jesús había hecho, dijeron: «Verdaderamente, éste es el profeta que había de venir al mundo.»
15 Cuando Jesús se dio cuenta de que iban a venir para apoderarse de él y hacerlo rey, volvió a retirarse al monte él solo.
