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Adorarle a El es el primer paso de la fe

Sermón para el domingo de Ramos
Lucas 19:28-40
Rev. Enzo Pellini

“Después de decir esto, Jesús siguió su camino en dirección a Jerusalén. 29 Cuando ya estaba cerca de Betfagué y de Betania, junto al monte que se llama de los Olivos, les dijo a dos de sus discípulos: 30 «Vayan a la aldea que está ante ustedes. Al entrar en ella, van a encontrar atado un burrito, sobre el cual nadie se ha montado. Desátenlo y tráiganlo aquí. 31 Si alguien les pregunta: “¿Por qué lo desatan?”, respondan: “Porque el Señor lo necesita.”» 32 Los discípulos se fueron y encontraron todo tal y como él les había dicho. 33 Mientras desataban el burrito, sus dueños les dijeron: «¿Por qué lo desatan?» 34 Y ellos contestaron: «Porque el Señor lo necesita.» 35 Luego se lo llevaron a Jesús, echaron sus mantos sobre el burrito, e hicieron montar a Jesús. 36 Conforme Jesús avanzaba, la multitud tendía sus mantos por el camino. 37 Cuando se acercó a la bajada del monte de los Olivos, todo el conjunto de sus discípulos comenzó a gritar de alegría y a alabar a Dios por todas las maravillas que habían visto; 38 y decían: «¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo, y gloria en las alturas!» 39 Algunos de los fariseos que iban entre la multitud le dijeron: «Maestro, ¡reprende a tus discípulos!» 40 Pero Jesús les dijo: «Si éstos callaran, las piedras clamarían

El Domingo de Ramos es una fiesta. Una fiesta de la alabanza a Dios. Una fiesta donde expresamos nuestra alegría a Dios porque él se muestra como nuestro rey, nuestro soberano, nuestro Dios. Todos aquellos que creyeron su mensaje durante esos tres años de su ministerio ahora estaban glorificando a Jesús como el Hijo de Dios, el rey, el mesías. Con el llamado domingo de Ramos, como leemos en el evangelio de hoy, se termina una etapa en el ministerio de Jesús y comienza otra en la vida de la humanidad.

Jesús se mostró como ser humano, como un simple hombre para poder llegar en una manera más comprensible a la gente. No obstante encarnarse en un cuerpo humano, su Espíritu era el Espíritu de Dios. Vivió como un hombre físicamente, pero interiormente era Dios. Su misión fue enseñar que, había sido enviado al mundo por Dios para traer un mensaje de felicidad, de esperanza y de salvación. En esto consistía el mensaje: Todos aquellos que acepten que, Dios envió a su Hijo al mundo y decidan creer en Dios a través de él y acepten que, él vino a sacrificar su vida para darnos la salvación, podremos considerarnos salvos y rebaño de Dios.
Esta afirmación puede ser muy simple de entender, si de veras lo aceptamos por fe, o puede ser muy difícil e intrincada si queremos verlo con ojos humanos críticos. Esto no es algo que vayamos a entender humanamente, tienes la libertad de aceptarlo o no. Pero sólo depende de ti y de tu fe en el mensaje del Evangelio.

La iglesia no es un club, ni una asociación civil, ni una empresa, ni una sociedad de beneficencia o caridad. La iglesia no es una sociedad filantrópica, la iglesia no es una entidad étnica o secular. La iglesia es sí un edificio, donde aquellos que confiesan esta fe en Jesucristo se reúnen a adorar y alabar su nombre. Se reúnen a compartir su Palabra que, está registrada sólo en el libro que llamamos Biblia que, es nuestra autoridad suprema. Venimos a la iglesia a buscar su ayuda. Su ayuda no es humana. Venimos a buscar la ayuda divina, es decir la ayuda de Dios. Cuando oramos estamos mostrando que creemos en él. Las personas que no oran, todavía no están creyendo en Dios. Las personas que no pueden orar todavía no han aceptado a Jesucristo como su Señor y Salvador. Es imposible decir que soy cristiano si no puedo orar a Dios. Esa es una buena señal para saber si soy cristiano: ¿Puedo orar a Dios? ¿Tengo una vida de oración diaria de comunicación con Dios? Si no es así, entonces hay un problema en tu vida ‘cristiana’. Hay algo que no está funcionando en tu vida espiritual.

A partir del Domingo de Ramos, se puede decir que, se termina la tarea ministerial de Cristo en la tierra. Jesús comienza a mostrarse ya como rey, como Dios, como mesías, como enviado de Dios. Ya no se va a mostrar más como un hombre, profeta y maestro. La gente que lo alaba y ora a él lo está viendo como Dios. Durante la semana santa viene el sufrimiento, lo que llamamos también ‘pasión’. Pues Cristo ‘padece’, sufre. Allí comienza el sacrificio de Cristo. Jesús se sacrificará por nosotros. Esto es algo un tanto difícil de entender: ¿por qué se sacrifica?, ¿para qué? Son preguntas difíciles de responder aún los teólogos más sabios podrían no responder acertadamente. Pero hay algo que, sí podemos hacer con nuestra disposición humana: creer en él. Dios no nos pide cosas raras. Dios no pide que, seas un profesor en teología o un sabio instruido. Dios lo único que te está pidiendo es tu fe y tu entrega a él. Ese es el primer paso de la fe.

En esta semana santa quiero acercar un mensaje simple, sencillo y a la vez desafiante. De la misma manera que lo intentó Cristo durante todo su ministerio. ¿Cómo está tu vida? ¿Estás creyendo en Cristo como Hijo de Dios? ¿O todavía tienes dudas? ¿Cómo está tu vida? ¿Crees que Dios murió en la cruz por ti? ¿Cómo está tu vida? ¿Aceptas que Dios es un Dios de amor que quiere llenar tu vida sólo con su amor y perdón? ¿Cómo está tu vida? ¿Estás depositando tu fe y confianza en Cristo pues él es Dios? ¿Cómo está tu vida? ¿Estás orando a diario a Dios, o no puedes orar y/o no sabes lo que es eso? Si no puedes contestar claramente y sin dudas a estas preguntas, y si de veras quieres ser cristiano vas a tener que poner tu vida en orden pues no es esa una vida de cristiano. Dios quiere un cambio de ti. Y ese cambio que estás necesitando tiene que ver con tu espíritu.

En esta semana santa, puede ser la oportunidad única para ti, de ver que hoy no estás aquí en este edificio pues, hace muchos años que asistes. Tú estás en este edificio porque esto es una iglesia. Y aquí en el momento que invocamos a Dios Padre Hijo y Espíritu Santo, Dios mismo se hace presente y quiere ser alabado, quiere ser glorificado quiere que le cantemos, quiere que leamos su palabra y por sobre todas las cosas quiere que creamos en él y tengamos una vida de oración. Seguramente él está esperando una respuesta de ti hoy.

En cambio, si tu vida está llena de fe y de respeto hacia él, seguramente que poco o mucho, pero, tienes una Biblia en tu casa que abres a diario, aunque muchas veces no entiendas mucho. Eso es obediencia y fe. Seguramente, estás depositando tu vida en Dios con confianza. Eso es obediencia y fe. Seguramente estás orando con tus propias palabras a diario, aunque sean oraciones simples. Eso es obediencia y fe. Seguramente amas a tu iglesia e intentas ponerla en el primer lugar y participar de todos los cultos que puedas. Eso es obediencia y fe. Si esas cosas estás viviendo y suceden en tu vida entonces alégrate porque estás alabando sinceramente a Dios de la misma manera que lo estaban haciendo aquellas personas que lo alabaron el Domingo de Ramos. Aunque no hayas vivido con él y aunque no hayas podido batir palmas delante de él. Pero sí estás batiendo palmas con tu corazón y él te ama por eso y te bendecirá todos los días de tu vida por eso mismo.

El ser cristiano se trata de otras cosas también. Cuando el mandamiento más importante nos dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Nos está queriendo decir que debemos amar y ayudar concretamente, materialmente, con trabajo, dinero, ayuda, amor, cariño, solidaridad. Es decir, con obras de amor. Eso no lo vamos a soslayar. Pero tampoco debemos soslayar que, en primer lugar, todo ello debe venir, después de haber alabado, adorado, glorificado a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, como nuestro rey. Para Dios, de nada valen las obras, si primero no existe nuestro reconocimiento y adoración a él. Ese es el misterio del regalo de la salvación, de la prioridad de nuestra fe y adoración a él.

Dios necesita de nuestra adoración. Para él es lo más importante. Si podemos comprender eso y hacerlo, Dios comenzará a responder aquellas cosas en que, todavía no vemos respuestas en nuestras vidas. Y para terminar les cuento una anécdota real acerca del significado de poner en primer lugar nuestra adoración y confianza en Dios:

Los habitantes de Feldkirch, en Austria no sabían qué hacer. El masivo ejército de Napoleón se preparaba para atacar. Los soldados habían sido apostados en las cumbres encima de la pequeña ciudad que, estaba situada en la frontera austríaca. Se convocó rápidamente a un consejo de la ciudad para decidir si iban a defenderse o izarían la bandera blanca de rendición. Justo era Domingo de Pascua de Resurrección y la gente estaba reunida en la iglesia local.

El pastor se puso de pie y dijo: “Amigos, hemos estado contando hasta ahora con nuestras propias fuerzas, y aparentemente éstas han fallado. Puesto que hoy es el día de la resurrección de nuestro Señor, hagamos doblar las campanas, tengamos nuestro culto como siempre y dejemos este asunto en las manos de Dios. Ya conocemos nuestra debilidad, pero no todavía el poder que Dios tiene para defendernos”.

El consejo aceptó su plan y las campanas de la iglesia comenzaron a sonar. El enemigo, al escuchar el repentino repique de campanas, llegó a la conclusión que el ejército austríaco había llegado durante la noche para defender la ciudad. Antes de que el culto terminara, el enemigo levantó campamento y se marchó”.
Especialmente en Domingo de Ramos, Dios se acerca para pedirnos que recordemos que, él espera alabanza de nuestra parte, adoración y gloria como parte de nuestra obediencia a él.
Amen.

Domingo de Ramos

El Domingo de Ramos (Mc 11:1-11) es el inicio de la Semana Santa. La Semana Santa es el tiempo de recordación del sufrimiento y sacrificio de Cristo, el Hijo de Dios. Todos aquellos que decidan recibir su mensaje de salvación y creer en que Él es el redentor enviado al mundo recibirán la vida eterna (Jn 3:16). En eso radica que Dios es amor, en que nos da una oportunidad más para comenzar a vivir en comunión con él por medio de Jesucristo.
El culmen de la Semana Santa es, no obstante la victoria de su resurrección ocurrida en el domingo de Pascua. Cada domingo es una celebración de la resurrección de Jesús.
Jesús está vivo y reina. ¡Bendito quien vino en el nombre de Dios!