Sermón para el Quinto Domingo de Cuaresma – 06/04/2025
Rev. Enzo Pellini
Juan 12:1-8 (NVI)
1 Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde vivía Lázaro, a quien Jesús había resucitado.
2 Allí se dio una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con él.
3 María tomó entonces unos treinta gramos de nardo puro, que era un perfume muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús, secándoselos luego con sus cabellos. Y la casa se llenó con la fragancia del perfume.
4 Judas Iscariote, que era uno de sus discípulos y que más tarde lo traicionaría, objetó:
5 —¿Por qué no se vendió este perfume, que vale muchísimo dinero, para dárselo a los pobres?
6 Dijo esto, no porque se interesara por los pobres, sino porque era un ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero, acostumbraba a robarse lo que echaban en ella.
7 —Déjala en paz —respondió Jesús—. Ella ha estado guardando este perfume para el día de mi sepultura.
8 A los pobres siempre los tendrán con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán.
El regalo de María a Jesús
El Evangelio de hoy nos habla de María de Betania y su profundo amor por Jesús. Ella ungió a Jesús con un perfume costoso, un acto poderoso de adoración. Su acción nos muestra lo que significa verdaderamente honrar a Cristo.
Seis días antes de la Pascua, Jesús estaba en Betania, donde se ofreció una cena en su honor. Lázaro, a quien Jesús había resucitado, estaba presente con sus hermanas, María y Marta. Durante la comida, María tomó un frasco de nardo puro, un perfume muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús. Luego, los secó con su cabello, y toda la casa se llenó con la fragancia del perfume.
Judas Iscariote se indignó: “¿Por qué no se vendió este perfume para dar el dinero a los pobres?” Pero no lo dijo porque le importaran los pobres, sino porque robaba de la bolsa común.
Jesús le respondió: “Déjala en paz… a los pobres siempre los tendrán, pero a mí no siempre me tendrán”. Jesús estaba enseñando que adorarlo a Él es lo más importante. Ayudar a los pobres es bueno, pero amar y honrar a Dios debe venir primero. Esto es parte del Gran Mandamiento:
“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente… y ama a tu prójimo como a ti mismo.” (Mateo 22:37-39, NVI)
El costo de la adoración
El perfume que usó María valía unos 300 denarios, lo que hoy serían aproximadamente 45.000 dólares canadienses. No fue un sacrificio pequeño. Fue un gran acto de amor.
Algunos podrían pensar que lo desperdició. Pero la verdadera adoración no se trata de contar el costo, sino de entregarlo todo a Dios. Cuando amamos a Jesús, le damos lo mejor de nosotros.
¿Por qué usó perfume?
En el Antiguo Testamento, los reyes y sacerdotes eran ungidos con aceite. Al ungir a Jesús, María estaba mostrando que Él era el Mesías, el elegido de Dios. Además, su acción apuntaba a la muerte próxima de Jesús: en esa época, se ungían los cuerpos antes del entierro. Sin saberlo, María estaba preparando a Jesús para su sacrificio.
También, secar sus pies con su cabello fue un gesto de profunda humildad. En la cultura judía, el cabello de una mujer era algo muy especial. Al usarlo, María mostraba que Jesús era lo más importante en su vida.
Una conexión moderna: La iglesia y sus edificios
Esta historia me hace pensar en un tema actual: la crisis habitacional en Canadá. He leído que algunas iglesias (no sólo en Canadá) quieren ayudar usando sus edificios como refugios, incluso vendiéndolos o reduciendo su tamaño.
Es una buena idea, no me malinterpreten, pero también debemos recordar que los templos son lugares de adoración. Una iglesia no es solo un edificio, es un lugar donde la gente se encuentra con Dios.
¿Es vender templos la mejor solución? ¿O el verdadero problema está en las políticas gubernamentales y la economía?
La crisis habitacional necesita cambios reales, no solo soluciones temporales. Las iglesias pueden apoyar a los pobres y al mismo tiempo ser voz profética por leyes justas. No debemos olvidar que muchos templos fueron construidos gracias a la generosidad de generaciones pasadas, con el propósito de adorar a Dios y predicar Su Palabra.
Primero la adoración, luego el servicio
El perfume de María nos recuerda este equilibrio. Judas dijo que debería haberse vendido para los pobres, pero Jesús sabía que la adoración viene primero. Amar a Dios nos ayuda a amar mejor al prójimo.
La iglesia no es solo una organización de ayuda social. Es el cuerpo de Cristo. Si perdemos nuestros lugares de adoración, podríamos también perder la fe que nos mueve a ayudar a otros.
Nuestra misión debe nacer de un corazón que adora primero a Dios.
La fragancia de la verdadera adoración
Una de las imágenes más poderosas de este pasaje es la fragancia del perfume llenando la casa. En la Biblia, las fragancias están ligadas a la adoración y el sacrificio. En Éxodo, se quemaba incienso como símbolo de las oraciones que suben a Dios. En las cartas de Pablo, él describe el sacrificio de Cristo como una “ofrenda de aroma fragante” (Efesios 5:2, NVI).
Esto nos recuerda que la adoración verdadera deja un impacto duradero. Así como el perfume llenó la casa, nuestra adoración debe llenar el mundo con el amor de Cristo.
Jesús y los pobres
Algunos malinterpretan las palabras de Jesús: “A los pobres siempre los tendrán con ustedes.” No fue un desprecio. Jesús estaba citando Deuteronomio 15:11, que manda ser generosos con los necesitados.
Jesús recordaba a sus seguidores que siempre debían cuidar a los pobres. Pero también enseñaba que hay momentos en que la adoración debe tener prioridad.
Judas usó a los pobres como excusa, pero Jesús conocía su corazón. Hoy vemos actitudes similares en la política: algunos hablan de ayudar a los pobres, pero no hacen nada real.
Por eso, la Iglesia debe seguir siendo una voz profética de justicia verdadera, enraizada en la adoración.
Un llamado a la acción
Las palabras de Jesús —“Siempre tendrán a los pobres”— no son excusa para ignorar la pobreza. Nos recuerdan que ayudar a los necesitados es un compromiso a largo plazo. El verdadero problema no son los edificios, sino los salarios justos, la vivienda accesible y la responsabilidad del gobierno.
Las iglesias no deberían sentirse presionadas a vender sus templos para arreglar un sistema roto. Debemos trabajar por un cambio duradero, sin perder el enfoque en la adoración.
Estamos llamados a ser como María y como Jesús. Como María, debemos estar dispuestos a dar lo mejor a Cristo. Como Jesús, debemos preocuparnos por los pobres, no solo con palabras, sino con acciones concretas.
Dar lo mejor a Jesús
Jesús nos enseña a cuidar a los pobres, pero también nos muestra que la adoración es la base de todo lo que hacemos. María le dio lo mejor a Jesús. Nosotros estamos llamados a hacer lo mismo.
En esta Cuaresma, preguntémonos:
¿Estamos poniendo a Jesús en primer lugar?
¿Estamos ayudando a otros de formas que produzcan cambios reales?
¿Estamos fortaleciendo nuestra adoración para que todo lo que hacemos esté enraizado en el amor de Dios?
Seamos como María: ofrezcamos lo mejor a Dios, sabiendo que la verdadera adoración transforma el mundo a nuestro alrededor.
Que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarde sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Amén.
