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El Lamento de Jesús: Un Llamado a la Conversión

Sermón
16 de marzo de 2025
Rev. Enzo Pellini
Lucas 13:31-35

31 En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron:
—Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Herodes quiere matarte.
32 Él contestó:
—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente. Al tercer día terminaré lo que debo hacer”.
33 Pero tengo que seguir adelante hoy, mañana y pasado mañana, porque no puede ser que muera un profeta fuera de Jerusalén.
34 »¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste!
35 Pues bien, la casa de ustedes va a quedar abandonada. Y les advierto que ya no volverán a verme hasta que digan: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”


En este segundo domingo de Cuaresma, las lecturas nos invitan a reflexionar sobre el camino hacia la salvación y el llamado a la conversión. Hoy, el Evangelio según San Lucas 13:31-35 nos presenta un momento profundamente emotivo en la vida de Jesús, un lamento por la ciudad de Jerusalén, que resuena en cada uno de nosotros como un llamado urgente a reflexionar sobre nuestra propia relación con Dios y nuestra disposición a aceptar su protección y su amor.

Mucho se ha dicho acerca de esta lectura. Algunos piensan que el pueblo de Israel acarreó una maldición sobre su historia por haber rechazado a Jesús, y que los conflictos y las dificultades que hoy enfrenta son consecuencia de ese rechazo. No lo sabemos con certeza, pero lo que es claro es que todos los primeros cristianos eran judíos. Dios no se fija en una raza o un pueblo en particular, sino que es fiel a quienes lo aceptan y lo siguen. Además, los conflictos, las guerras y el odio han existido en todas partes del mundo a lo largo de la historia.

Hoy, se nos recuerda la importancia de refugiarnos bajo las alas de esa gallina que personifica a Jesús, y sus polluelos somos cada uno de nosotros, los que creemos en Él. Somos los que nos cobijamos en su iglesia, poniendo en primer lugar la comunidad de los creyentes en nuestras vidas y reconociendo la Palabra de Dios como autoridad sobre nuestras decisiones.

¿Creen ustedes que hay una diferencia entre aquellos que no creen en Jesús y rechazan su iglesia, y los que sí lo hacen? Claro que sí. Es como comparar la vida de un pollito bajo las alas de su madre gallina con la vida de aquellos que deciden vivir desamparados, sin la protección de ella. No debemos sorprendernos de las consecuencias de una vida sin adoración a Dios y sin su protección. Muchas veces, cuando atravesamos problemas, las personas se quejan y vociferan: “¿Dónde está Dios?” Se preguntan por qué hay desgracias en el mundo, pero hoy este texto nos invita a reflexionar: ¿Acaso estábamos como los pollitos, bajo la protección de las alas de la gallina? ¿Reconocían los pollitos a su madre gallina?

Siguiendo esta comparación, ¿reconocemos a Cristo como nuestro Señor? ¿Nos amparamos en la iglesia de Cristo para nuestra propia protección y bien, o nos burlamos de la Palabra de Dios, la rechazamos y rechazamos a Cristo mismo?

Cuando las personas deciden firmemente aceptar a Cristo y comenzar a vivir una vida de fe y confianza en Dios, amparados por sus brazos protectores, eso es lo que llamamos conversión. Es difícil pensar en personas que no toman esta decisión y creer que verdaderamente han experimentado una conversión. En esta Cuaresma, se nos llama precisamente a la conversión, a esos pollitos que deben regresar bajo el cuidado de las alas de la madre gallina.

El Lamento de Jesús: “¡Jerusalén, Jerusalén!” (Lucas 13:31-35)
En el Evangelio de hoy, algunos fariseos advierten a Jesús que Herodes lo quiere matar. Jesús responde con un mensaje de determinación y lamento: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados!” Esta no es una simple queja; es un grito de dolor por la dureza de corazón de la ciudad que representa al pueblo elegido. Jesús lamenta la resistencia constante de Jerusalén, que, a pesar de recibir tantos mensajeros de parte de Dios, no los ha escuchado.
La imagen que Jesús utiliza, comparando a Jerusalén con una madre gallina que intenta reunir a sus polluelos bajo sus alas, es sumamente tierna, pero también desgarradora. Jesús, en su amor y compasión, desea reunir a su pueblo, ofrecerles refugio y seguridad bajo su protección, como una gallina cuida de sus polluelos. Sin embargo, el lamento de Jesús revela que, a pesar de su deseo, “no quisiste”; el pueblo de Jerusalén rechaza la salvación que Él ofrece.
Este rechazo no es solo un asunto del pasado. A través de esta imagen, Jesús también nos habla a nosotros hoy. Nos invita a preguntarnos: ¿Estamos dispuestos a abrir nuestro corazón y permitirle a Él cobijarnos bajo sus alas? ¿O, como Jerusalén, preferimos seguir nuestros propios caminos, rechazando la invitación a la salvación?
El pacto de Dios que experimentó Abrán también se extiende hacia nosotros. Aunque, como Jerusalén, muchas veces nos resistimos a aceptar la protección de Dios, Él sigue ofreciendo su escudo, su refugio, su salvación. Nos llama, al igual que a Abrán, a confiar en su promesa, a no temer, sabiendo que Él está con nosotros en los momentos de dificultad.

La Confianza en la Protección de Dios: “El Señor es mi luz y mi salvación” (Salmo 27)
El Salmo 27 refuerza esta idea de la confianza en la protección de Dios. “El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré?” El salmista expresa una confianza profunda en la bondad de Dios, incluso cuando enfrenta peligros y adversidades. Esta confianza es la que Jesús ofrece a Jerusalén y a todos nosotros. En medio del caos, la oscuridad y la adversidad, Dios es nuestra luz y nuestra salvación, y Él quiere brindarnos refugio bajo sus alas, como una gallina cuida a sus polluelos.

El Llamado a la Perseverancia: “Sed imitadores míos” (Filipenses 3:17-4:1)
En Filipenses 3:17-4:1, San Pablo nos exhorta a seguir el ejemplo de aquellos que viven según el llamado de Cristo. Nos anima a ser firmes en nuestra fe y a perseverar en el camino de la salvación, mirando siempre hacia el cielo, nuestra verdadera patria. En este tiempo de Cuaresma, somos invitados a renovar nuestra confianza en Dios y a perseverar en la fe, sabiendo que, como Jerusalén, muchas veces enfrentamos desafíos y tentaciones. Sin embargo, el ejemplo de Jesús y los apóstoles nos anima a mantenernos firmes y seguir adelante, con la certeza de que la victoria final está en Cristo.

Un Llamado a la Conversión y a la Aceptación de la Salvación
Las lecturas de hoy, especialmente el Evangelio, nos llaman a la conversión. Jesús lamenta profundamente el rechazo de Jerusalén, pero, al mismo tiempo, nos ofrece una nueva oportunidad para acercarnos a Él. El tiempo de la Cuaresma es un tiempo de gracia, un tiempo para reflexionar sobre nuestra disposición a aceptar la salvación que Él nos ofrece. Como Abrán confió en las promesas de Dios y el salmista confiaba en su protección, también nosotros somos llamados a confiar plenamente en Dios y a caminar hacia Él con corazones abiertos.
Jesús no fuerza su salvación sobre nosotros; Él nos invita con amor, nos llama a acogernos bajo sus alas de protección. Pero, al igual que Jerusalén, debemos decidir si respondemos a esa invitación. Él lamenta profundamente cuando no le dejamos actuar en nuestras vidas, cuando seguimos nuestro propio camino y rechazamos su amor.

Conclusión: Un Tiempo para Decidir
Hoy, como en el tiempo de Jesús, nos encontramos ante una decisión crucial. La invitación a la salvación sigue siendo ofrecida a todos. Jesús, al igual que en su lamento por Jerusalén, sigue esperando que lo aceptemos, que le dejemos reunirnos bajo sus alas y que caminemos hacia Él con fe y esperanza.

Que esta Cuaresma sea un tiempo de conversión personal, de reflexión sobre nuestra disposición a seguir a Jesús y aceptar su protección. No importa lo que hayamos vivido o las veces que hayamos rechazado a Dios, Él sigue ofreciéndonos su amor y su salvación. Recibamos su invitación con un corazón abierto, con la certeza de que, como dice el salmo, “el Señor es nuestra luz y nuestra salvación”.

Viviendo en la Libertad de Cristo en el Año 2024

Sermón para el dia de Año Viejo- 12.31.2023

Rev. Enzo Pellini

Gálatas 4:4-7

4 Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, 5 para rescatar a los que estaban bajo la Ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos. 6 Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba! ¡Padre!». 7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y como eres hijo, Dios te ha hecho también heredero.

Reciban Uds., bendiciones y paz de parte de Dios el que era el que es y el que ha de venir. Amen

Hoy es el último día y, al mismo tiempo, el último domingo del año 2023. Un año que no volverá jamás. Aunque sepamos que entre 2023 y 2024 no hay ninguna diferencia, para nosotros hoy marca un punto de cambio. Hay muchas cosas en las que pensamos, como cómo será el nuevo año, el nuevo período de 12 meses que llamaremos 2024. ¿Cómo nos irá? ¿Nos irá bien o nos irá mal? ¿Qué diferencia habrá para nosotros, que somos cristianos y seguidores de Jesucristo? Para nosotros, que queremos confiar en Cristo, también a partir de este nuevo período.

Consideremos las decisiones de Año Nuevo, que casi siempre fracasan. Robert Maurer, en su libro “Un pequeño paso”, libro que recomiendo, dice: “El promedio de estadounidenses se proponen el mismo propósito durante diez años seguidos, sin tener éxito. En los cuatro meses siguientes, el 25 por ciento de las decisiones tomadas se abandonan. Y aquellos que tienen éxito en mantener lo que han resuelto, habitualmente lo hacen después de haber roto cinco o seis veces las promesas anuales.”

¿Cuáles son tus decisiones de Año Nuevo? Te digo, según este libro, 3 personas de cada 10 abandonan en los cuatro meses. ¿Por qué? Porque se exigen demasiado de golpe. El cerebro no está preparado para cambios drásticos. El cerebro envía una orden al cuerpo para que proteja el cuerpo. Cambio drástico para el cerebro es interpretado como peligro. Entonces, hay que saber cómo engañar al cerebro, y de eso trata el libro.

Y lo mismo pasa con nuestra vida cristiana. Seguramente, muchos de nosotros queremos comenzar a vivir una verdadera vida en Cristo. O bien, queremos decir que deseamos que en este año Dios nos bendiga, o simplemente anhelamos que nos vaya bien en este año. ¿De qué manera Dios puede bendecirnos en este nuevo año? Solo si tenemos una buena relación con Dios. Si estamos verdaderamente en comunión con él. Pero, ¿cómo lograr la comunión si siempre fallo, no logro cumplir con sus mandamientos?

Y sucede en nuestra vida cristiana casi como con las decisiones de Año Nuevo. No somos capaces de cumplir cabalmente con los mandamientos de Dios. Entonces, ¿cuál es la solución para tener una verdadera comunión con Dios de forma que él pueda verdaderamente bendecirnos en 2024? Y sucede casi como lo que plantea este libro, solo por medio de pequeños pasos.

El primer pequeño gran paso que tenemos que dar es entregar nuestra vida a Cristo por medio de una decisión espiritual. Decirle a él en verdad: “Señor, quiero comenzar a vivir mi vida en 2024 realmente creyendo y confiando en ti. Quiero creer en ti y quiero entregar mi vida a ti.” Es una decisión del corazón. También sé que no puedo confiar al 100%, aunque me lo proponga. Sé que no puedo cumplir al 100% tus mandamientos, aunque me lo proponga. Pero tú me dices que me sienta libre, no esclavo de tus leyes, sino libre porque no necesito ser perfecto para alcanzar la salvación. Lo que sí necesito es ser honesto y humilde, reconocer mis pecados, mi vulnerabilidad, mis fallas y, aunque con la intención sincera de vivir mi vida según tu voluntad, admitir que solo no puedo seguir.

De eso se trata vivir en una relación familiar con Dios. No como el amo al esclavo, sino como el padre al hijo, o la madre al hijo. Hoy el apóstol nos trae una interesante comparación con la palabra “Abba”, así llamaba Jesús a su Padre, Abba. ¿Qué significa Abba?  Es papá. ¿Cómo llaman ustedes a sus padres o los llamaban? Si no han tenido una buena relación con su padre, podemos imaginarnos con su madre que, para los fines de la ilustración, es lo mismo. Yo suelo llamarlo todavía “Papi”, y a mi madre “Mami”. Mis hijos no me dicen Enzo, me llaman “Papi”. ¿Por qué? Porque es una manera cariñosa de llamar al padre, o mami a la madre, que demuestra una relación de afecto y confianza. De la misma manera, si podemos llamar así a nuestro Dios como a nuestros padres o madres, eso significa que tenemos una verdadera relación afectiva, amorosa y de confianza. Dios no es un amo de esclavo, sino alguien con quien tenemos una relación o comunión. Eso significa que Dios está a nuestro lado, podemos hablar con él y confiar en él. ¿Por qué podemos confiar? Porque se ha originado una relación de intimidad. Dios es nuestro amigo, más allá de nuestras imperfecciones. Dios sabe de nuestras fallas, de nuestros pecados, pero aún así nos entiende, nos perdona y nos da nuevas fuerzas para continuar. De eso se trata, como he estado predicando muchas veces durante este año, de comenzar a tener una verdadera relación basada en nuestra honestidad y sinceridad con Dios.

“Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y como eres hijo, Dios te ha hecho también heredero.” El apóstol Pablo está explicando que, a través de la fe en Jesucristo, las personas dejan de ser esclavos de la ley y se convierten en hijos de Dios, herederos de sus promesas y bendiciones. Este mensaje resalta la importancia de la relación personal con Dios basada en la gracia y el amor, en contraste con vivir bajo el régimen de la ley. Antes de la llegada de Cristo, todas las personas para ser fieles creyentes tenían que cumplir con las leyes de Moisés que hoy forman parte de nuestro Antiguo Testamento. La única manera de poder considerarse un verdadero hijo de Dios fiel y con posibilidades de obtener la vida eterna era cumplir verazmente la ley, especialmente los Diez Mandamientos. Es decir, cuanto más cumplidores, fieles o santos éramos, más nos amaría Dios y recibiríamos todo lo que él promete. Cuanto menos cumpliéramos la ley, entonces menos posibilidades habría de que Dios nos amara y de que obtuviéramos la salvación.

Lo diferente que trajo Cristo es que Dios nos salva por nuestra fe y entrega en él, principalmente, no por nuestros méritos, sacrificios u óptimo cumplimiento de los mandamientos. Jesucristo intercedió delante de Dios, asumió los pecados del mundo para que Dios Padre tuviera piedad de la humanidad. La única condición que nos pide es amar a Cristo, aceptar que él es el Hijo de Dios y que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. Ese es el mensaje de la buena noticia que hablábamos el domingo pasado de Nochebuena. Y eso es lo que nos liberará completamente. Y eso también, si es el caso, si hay gente que todavía no lo sabe, lo que nos liberará para poder vivir un año 2024 libres, ya no más esclavizados al cumplimiento de la ley, sino libres porque sabemos que Dios nos ama, simplemente porque él es bueno y quiere regalarnos la salvación. No tenemos que hacer un sacrificio especial ni esfuerzos sobrehumanos para alcanzar su amor y obtener la salvación; la única condición, no obstante, como dije, es aceptar creer en él y entregar nuestra vida a él.

Ahora, consideremos cómo este mensaje de libertad y nueva vida se relaciona con las decisiones de Año Nuevo que a menudo tomamos. Al igual que reconocemos nuestra incapacidad para cumplir completamente con la ley, también enfrentamos la realidad de nuestras resoluciones de Año Nuevo que a veces fallan. La autosuficiencia nos lleva a establecer expectativas poco realistas, resultando en frustración y desilusión. Dios nos pide hoy que dejemos de considerarnos autosuficientes y que pongamos toda nuestra confianza en él. Que pongamos todo el año 2024 con todos los miedos, inseguridades y pesares que pueda generarnos y entreguemos nuestra vida a él para que él haga. Somos sus hijos y, como hijos, quiere cuidarnos durante todo este año conforme a nuestra entrega a él. Martin Lutero afirmó: “El cuidado y el esfuerzo no van en contra de la fe, pero la preocupación va en contra de Dios”.

Que Dios nos dé, en este sentido, un año maravilloso y fructífero, en los términos de Dios. Y podamos realmente tener éxito en nuestras decisiones de Año Nuevo 2024 de tener una verdadera comunión con él. De esa relación dependerá la calidad del nuevo año 2024.

Que la gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo estén con ustedes en este nuevo año.

En el nombre de Jesús, Amen.

Dar y ayudar generan sentido y plenitud de vida

Rev. Enzo Pellini
Lucas 10:25-37

25 En esto se presentó un experto en la ley y, para poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta:

—Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?

26 Jesús replicó:

—¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?

27 Como respuesta el hombre citó:

—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.

28 —Bien contestado —le dijo Jesús—. Haz eso y vivirás.

29 Pero él quería justificarse, así que le preguntó a Jesús:

—¿Y quién es mi prójimo?

30 Jesús respondió:

—Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. 31 Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo. 32 Así también llegó a aquel lugar un levita y, al verlo, se desvió y siguió de largo. 33 Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. 34 Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. 35 Al día siguiente, sacó dos monedas de plata[c] y se las dio al dueño del alojamiento. “Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva”. 36 ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?

37 —El que se compadeció de él —contestó el experto en la ley.

—Anda entonces y haz tú lo mismo —concluyó Jesús.


Es interesante ver que hay mucha gente que cuando hay personas pasando por un tiempo de necesidad, tratan de escurrirse o esquivarlo en tanto sea posible de asistir a los demás. A veces no nos gusta involucrarnos por miedo, por el hecho de salir de nuestra zona de confort o por un gran individualismo. He notado que en países donde hay más carencia material a la vez hay más gente que da y ayuda más, o es más solidaria entre sí. No sé cuáles son las razones, pero seguramente la falta de solidaridad nunca trae bendición a la gente. Hoy Jesús nos ordena a ser solidarios, esto es ayudar al otro en necesidad, por supuesto con los recursos que sí tenemos, no con cosas imposibles de hacer. Esto es además el fruto, la esencia o la prueba de toda vida cristiana vivida como Dios manda.

Lo que sí es cierto es que cuando salimos de nuestra zona de confort para ayudar a otros e incumbirnos con las necesidades de los otros comenzamos a ver que hay una vida diferente, quizás diferente a la nuestra, que la vida no es sólo nosotros sino también los demás. Comenzamos a descubrir las bendiciones de Dios en nuestra vida, le encontramos el sentido y el propósito a la vida y comenzamos a sentirnos mejor y más felices. Esto es sin duda pues el Espíritu Santo comienza a obrar por ser obedientes a Dios.

En el día de hoy nos topamos con un versículo clave del nuevo testamento. Es el llamado mandamiento más importante que Jesús nos deja:
—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
En sermones pasados hemos hablado de la importancia de obtener la salvación por medio de la fe, es decir de la entrega a Dios. En este día la parábola del buen samaritano hace hincapié en no olvidarnos de la segunda parte de este mandamiento que es el amor al prójimo.
Muchos interpretan que la primera parte de este mandamiento, es decir el amar a Dios tiene lugar cuando amamos a nuestro prójimo, sí es verdad, pero no hay que olvidar qué significa amar a Dios: Amamos a Dios cuando hemos decidido creer en él. Amamos a Dios cuando hemos decidido creer en su Hijo Jesucristo como enviado al mundo para salvarnos de nuestro pecado, es decir nuestro redentor. Amamos a Dios cuando ponemos en primer lugar nuestra adoración a Dios al asistir a la iglesia una vez a la semana en compañía de otros que también creen y confiesan a Dios. Allí le alabamos, le adoramos, escuchamos su palabra, confesamos nuestros pecados en comunidad y somos bendecidos por su cuerpo y sangre. Esto es amar a Dios, en primer lugar.
Y amar al prójimo, el tema de este domingo, es más fácil de entender. La parábola del buen samaritano también es fácil de entender no hacen falta muchas explicaciones.
La palabra prójimo como dijimos significa cualquier persona que se encuentra a nuestro lado en cualquier momento del día.

El otro día estaba cambiando el cartel de la iglesia. Quería terminar rápido para hacer otras cosas. Y de repente veo a un hombre en bicicleta que se acerca a preguntarme cosas. En un primer lugar sentí que interrumpía lo que estaba haciendo. Después me di cuenta que esta persona necesitaba hablar conmigo. Allí pensé, esta persona es mi prójimo ahora. Me comenzó a contar muchas cosas sobre su vida de fe y su relación con la iglesia. Y al final me pareció una conversación significativa. Y creo que de eso se trata cuando Dios nos pide dar para nuestro prójimo, muchas veces ese dar también incluye nuestro tiempo para los demás, como el tiempo que dispuso el buen samaritano.

Amar a nuestro prójimo a partir de la lectura para hoy es dar, ayudar materialmente. Y ayudar materialmente a aquellos con los cuales siquiera podamos tener una relación, parentesco o afinidad en algún sentido. Es por eso que los cristianos somos llamados a dar a los necesitados, con generosidad como lo hizo el samaritano.

Recuerdo una vez que yo iba a visitar a una familia en un pequeño pueblo que tenían un negocio. De vez en cuando entraba al negocio algún indigente y pedía. Sucedió varias veces durante mis visitas. Y la señora siempre respondía: ‘no, hoy no tengo’. Luego se volvía hacía mí y como queriendo justificarse decía: ‘¡Todos los días viene alguien a pedir, no se le puede dar a todo el mundo!’ Por su puesto yo no era nadie para juzgar. Esas cosas son cosas personales que sólo deben ser analizadas con un corazón sabio en la persona misma. Aunque a veces hay personas que siguen afirmando esto: ‘no se le puede dar a todo el mundo y con esa justificación nunca dan a nadie’. A veces como cristianos este es un tema que nos preocupa. ¿Cómo hacer para dar? Hay muchas iglesias, instituciones y obras de caridad de todo tipo de orígenes. Muchas veces vemos por televisión avisos conmovedores que rompen nuestro corazón con imágenes de personas necesitadas para movernos a dar. Y muchas veces es verdad. Y también es verdad que hay personas que dan mucho dinero para estos fines. Recuerdo que también había un miembro de nuestra iglesia que tenía un diploma colgado en su living pues había dado muchísimo dinero para estas obras. Y en el diploma decía: “Fulano, tú te has ganado un trono dorado en el cielo por tus donaciones” Ese era el certificado de una de estas instituciones. Pero yo como pastor, sabía que esta persona no era un gran dador para su propia iglesia. Entonces allí había una incoherencia. Lo que damos para los demás y para la iglesia siempre debe ser pactado con nuestra conciencia y con Dios. Pero también debemos ser sabios y no olvidar la iglesia a la que pertenecemos.

Hay muchas personas honestas y de gran corazón que se sienten mal pues quisieran ayudar a muchos, pero saben que es imposible y se sienten sinceramente mal, y se preguntan ¿cómo hacer? A este respecto he leído un pensamiento de la madre Teresa de Calcuta que coincide con el mandamiento más importante: “Nunca te preocupes por números. Ayuda a una persona a la vez. Y siempre comienza con la persona que está más cerca de ti.”

¿He tomado mi decisión de no sólo amar a mi prójimo, sino también de ayudarlo? El buen samaritano lo hizo. ¿Me ocupé de mi prójimo, cuando la única ayuda era yo, y no había nadie alrededor o no había nadie que me mirara y reconociera lo que yo estaba haciendo? El buen samaritano lo hizo. ¿Ayudé en verdad cuando no tenía tiempo, porque estaba ocupado con otras cosas? El buen samaritano lo hizo. ¿He amado a mi prójimo, cuando esto significaba cansancio, dificultad, suciedad o hasta asquerosidad y significaba un esfuerzo de superación? El buen samaritano lo hizo. ¿Agarré coraje, cuando la cosa se tornaba peligrosa y riesgosa, o me fui corriendo a ponerme a salvo? El buen samaritano corrió riesgos. Riesgo de que los ladrones hubiesen estado escondidos acechando a otras posibles víctimas. ¿He ayudado cuando eso me costaba quizás un par de cientos de dólares o más? El buen samaritano lo hizo. ¿Me jugué por mi prójimo, cuando eso significaba comprometerme a futuro? ¿Así como el buen samaritano, le prometió al posadero que, le avise de los otros costos que tuviera?

Vemos estimados hermanos y hermanas que, el auténtico amor al prójimo es mucho más que, ser un poco amables y simpáticos y preguntar cómo estás. ¿Amé a mi prójimo en verdad, hice lo que debía hacer todo aquel que, quiere alcanzar la vida eterna? ¿Qué pasaría, si no fuera así? ¿Si siempre me hubiese rehusado a hacerlo? ¿Si mi amor al prójimo fuera tacaño y pequeño en comparación al del samaritano?
Que Dios nos conceda la sabiduría para dar, pero también la bendición que viene por consecuencia. Amen

Un seguimiento radical que ama a todos

Sermón para el 3er domingo de Pentecostés
Rev. Enzo Pellini

Lucas 9:51-62 (NVI)

51 Como se acercaba el tiempo de que fuera llevado al cielo, Jesús se hizo el firme propósito de ir a Jerusalén. 52 Envió por delante mensajeros, que entraron en un pueblo samaritano para prepararle alojamiento; 53 pero allí la gente no quiso recibirlo porque se dirigía a Jerusalén. 54 Cuando los discípulos Jacobo y Juan vieron esto, le preguntaron:
—Señor, ¿quieres que hagamos caer fuego del cielo para[a] que los destruya?
55 Pero Jesús se volvió a ellos y los reprendió. 56 Luego siguieron la jornada a otra aldea.
Lo que cuesta seguir a Jesús
57 Iban por el camino cuando alguien le dijo:
—Te seguiré a dondequiera que vayas.
58 —Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos —le respondió Jesús—, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
59 A otro le dijo:
—Sígueme.
—Señor —le contestó—, primero déjame ir a enterrar a mi padre.

60 —Deja que los muertos entierren a sus propios muertos, pero tú ve y proclama el reino de Dios —le replicó Jesús.

61 Otro afirmó:

—Te seguiré, Señor; pero primero déjame despedirme de mi familia.

62 Jesús le respondió:

—Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios.


Seguir a Jesús es el tema para hoy. Y tengo dos preguntas, 1) ¿Cómo se hace para seguir a Jesús, y 2) ¿Cómo sé que estoy efectivamente siguiendo a Jesús? Esperamos poder responder estas dos preguntas al final de este mensaje.

Recuerdo que cuando estudiaba teología en la universidad, había una materia que se llamaba homilética que significa predicación. Una vez uno de los profesores nos dijo que cuando uno predica no hay que dar recetas. Se refería que no teníamos que decirle a nuestra audiencia cuáles son las cosas que debemos de hacer en nuestra vida cristiana. Durante mucho tiempo esto no me gustó, pues pensaba: qué mejor que quien predique pueda guiar a la congregación a partir de la vida con sugerencias prácticas. Aparentemente la idea de este profesor era que debíamos interpretar el texto sucintamente y dejar que cada persona pudiera sacar sus propias conclusiones sobre su aplicación práctica. En cierto sentido me parecía bien, pero también me parecía que para eso cualquiera podría hallar un comentario bíblico y encontrar una explicación acerca de la lectura de la Biblia. Con el tiempo tuve muchos otros profesores en esta misma materia y uno de ellos dijo: ‘Cuando prediques no comentes el texto, sólo predica’. Y predicar significa dar una explicación sencilla y a la vez práctica de lo que significa el texto del domingo para mi vida aquí y ahora. Y eso sí es muy práctico.

¿Qué significa el texto para hoy, para mi vida aquí y ahora?

Dos palabras importantes se desprenden de aquí:
1) Jesús les pide a sus discípulos un seguimiento radical, es decir un seguimiento completo. Y es muy probable que se lo esté pidiendo a cada uno de nosotros también. Queremos ser discípulos de Jesús. Ser discípulos de Jesús y seguirle es una y la misma cosa. Quizás no tengamos las aptitudes para predicar o trabajar directamente en una iglesia, pero sí es seguro que tengas muchos otros talentos más que puedes usar para Dios, y en tu vida de todos los días reflejar tu ser cristiano, aunque tu trabajo no tenga nada que ver con la iglesia. ¿Cuál es la manera de darnos cuenta cómo seguir a Jesús? Que cada cosa que hagamos en nuestras actividades o en nuestro diario vivir todo lo podamos hacer para la gloria de Dios, hacerlo de la mejor manera como una ofrenda a Él y ser agradecidos a Dios por todo lo que somos capaces de hacer. Y que cada cosa que hagamos, lo hagamos en nombre de Jesucristo. No importa que seas un jubilado, o no importa la profesión que tengas pero que cada cosa que emprendas lo hagas en su nombre. Mi oración a la mañana es siempre, ‘Señor, sé que no soy un cristiano ejemplar, pero todo lo que haga en este día quiero hacerlo en tu nombre y para tu gloria. Sostenme y ayúdame en este día para poder agradarte y poder sentirme bien’. Cuando hago esta oración recién puedo saltar de la cama con confianza.
La segunda palabra importante para el día de hoy es
2) Seguirlo a Jesús no importando si los demás lo siguen a Jesús o no, incluso si están rechazando a Jesús totalmente o incluso burlándose de mi vida de fe. Y en ese sentido Jesús nos pide amar a los demás. “—Señor, ¿quieres que hagamos caer fuego del cielo para que los destruya? Pero Jesús se volvió a ellos y los reprendió”. Jesús les muestra a sus discípulos que no debemos gastar energías en perseguir, atacar, o criticar a gente que no quiere seguirlo.
Una vez un pastor en me dijo a este respecto: “Yo no corro detrás de la gente que no quiere saber nada con la iglesia; más bien empleo mi energía en aquellos que tienen interés por la palabra de Dios y la iglesia”. Al principio me sonaron duras estas palabras, pero con el tiempo descubrí su intención. En eso también radica el amor al prójimo. En poder vivir amando a un mundo alejado de la palabra de Dios e incluso pecador, es decir que rechaza la vida a partir de la palabra de Dios, pero poder aún así amar a nuestro prójimo y aceptarlos, así como son. Pero si alguna vez alguien nos pregunta, por qué crees lo que crees, o porque te comportas de la manera que lo haces, poder decirle con valentía: ‘Lo hago porque creo en Dios y en su palabra que es una guía para mi vida’. Cosecharemos más personas al ver como vivimos nuestra vida de fe que, insistiéndoles que deben cambiar su manera de vivir.

Jesús pide de sus discípulos un seguimiento radical, lo mismo nos pide a cada uno de nosotros. También nos dice que seguirlo, aún hoy en día en nuestra sociedad puede no ser fácil: —“Te seguiré a dondequiera que vayas.
58 —Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos —le respondió Jesús—, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza”. Jesús está queriendo decir que en la vida cristiana—y esto no va solo para los misioneros o predicadores sino para la vida de cualquier cristiano, las cosas no puedan resultar tan cómodas. Pero a la larga la recompensa será grandiosa y esta recompensa comienza ya aquí en esta tierra. Jesús quiere decir que seguirlo a él no debe ser sólo de la boca para afuera, sino que implique un compromiso total.

Seguirlo a Jesús implica tener amor por su palabra la Biblia, no amor al libro en sí mismo, sino a lo que contiene que es la palabra de Dios, y es una alternativa de valores a veces opuestos a la sociedad, y el querer comprometerse con estos valores.
Seguirlo a Jesús implica que vamos a tener necesidad por la oración, vamos a tener necesidad de hablar con Dios en todo momento. La persona que aún no tenga esa necesidad necesitará encontrarla en una relación con Dios.
Seguirlo a Cristo implica tener la disposición de dar testimonio. Y como dije para esto no necesitamos ser predicadores sino comportarnos con un tipo de integridad de valores distintos delante a la de los no creyentes. Si aún no tenemos este tipo de inclinación lo podemos también encontrar.
Seguirlo a Jesús implica que pondremos a la iglesia, es decir la necesidad de reunirnos con otros para compartir la palabra y el sacramento en comunión, como una necesidad semanal. Si esto aún no lo tenemos o comprendemos también somos invitados a descubrirlo.
¿Por qué seguirlo a Jesús implica todas estas cosas?, pues Cristo es la única fuente de vida válida y poderosa para nuestras vidas. Y esa es la única manera en que podemos ser nutridos del Espíritu Santo para poder vivir nuestras propias vidas.

El transitar con Jesús es la única fuente vital para nuestra vida. Esta vida tampoco puede quedar oculta. Otras personas deben percibir lo que tenemos.
Una persona que se haya vuelto a Jesús, lo demuestra en su vida por medio del amor, que se mostrará por su conducta hacia Dios y hacia la gente, incluso hacia la gente que rechaza a Dios y a su Palabra.

Ahora que hemos podido contestar a la pregunta de si estamos siguiendo a Jesús, ¿Estamos seguros de que lo estamos siguiendo a él? Y si no es así, le podemos decir: ‘Señor, no sé exactamente cómo hacer para seguirte y comprometerme de la manera que a ti te agradaría, pero es mi deseo hacerlo, dame la fuerza para llevarlo a la práctica y en ese proceso ayúdame a mantenerme humilde delante de los demás que aún no te siguen y poder amarlos como a ti te gustaría’.
Amén.

Protegidos por Dios podemos dar testimonio

Lucas 8:26-39

Rev. Enzo Pellini

El endemoniado gadareno

Arribaron a la tierra de los gadarenos, que está en la ribera opuesta a Galilea. 27 Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo; no vestía ropa ni habitaba en casa, sino en los sepulcros. 28 Al ver a Jesús, lanzó un gran grito, y postrándose a sus pies exclamó a gran voz:

—¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes.

29 (Jesús le ordenaba al espíritu impuro que saliera del hombre, pues hacía mucho tiempo que se había apoderado de él; y lo ataban con cadenas y grillos, pero, rompiendo las cadenas, era impelido por el demonio a los desiertos.) 30 Jesús le preguntó:

—¿Cómo te llamas?

Él dijo:

—Legión.

Muchos demonios habían entrado en él 31 y le rogaban que no los mandara al abismo. 32 Había allí un hato de muchos cerdos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejara entrar en ellos. Él les dio permiso. 33 Entonces los demonios salieron del hombre y entraron en los cerdos, y el hato se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó.

34 Los que apacentaban los cerdos, cuando vieron lo que había acontecido, huyeron y dieron aviso en la ciudad y por los campos. 35 Y salieron a ver lo que había sucedido; vinieron a Jesús y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios sentado a los pies de Jesús, vestido y en su cabal juicio; y tuvieron miedo. 36 Los que lo habían visto les contaron cómo había sido salvado el endemoniado. 37 Entonces toda la multitud de la región alrededor de los gadarenos le rogó que se alejara de ellos, pues tenían gran temor. Entró, pues, Jesús en la barca y se fue. 38 El hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que lo dejara quedarse con él, pero Jesús lo despidió, diciendo:

39 —Vuélvete a tu casa y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo.

Él, entonces, se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.

***

En el día de hoy estamos otra vez tocando un tema que tiene que ver con el aspecto o la dimensión espiritual. El domingo pasado hablábamos acerca del Espíritu Santo, la Trinidad, como realidad invisible de Dios. Hoy hablamos de cosas invisibles y espirituales también, pero en este caso no tienen que ver con las cosas de Dios, sino más bien con Satanás.

Resulta un poco complicado hablar en nuestros días acerca de Satanás, o del diablo, o del demonio, en nuestra sociedad altamente materialista y cientificista que nada quiere tener que ver con las dimensiones espirituales o no visibles. Y al mismo tiempo con una sociedad tan orgullosa de los logros tecnológicos y científicos del ser humano donde muchos creen que esto ya supera todo aquello que tenga que ver con lo no mensurable o no comprobables científicamente, llámese la fe y todas las cosas espirituales.

Para mí como pastor es difícil muchas veces tener que predicar estos temas, pues estamos lidiando como dije con esta realidad y hasta a veces también es difícil y triste tener que ver como hasta hay también predicadores que para nada creen en esta realidad bíblica y parecen transitar por las mismas ideas que la sociedad no creyente, incluso hasta veces ridiculizando o menospreciando el aspecto de la fe y la espiritualidad en los cristianos.

He sabido de hasta predicadores que niegan este aspecto acentuando que la esencia de los cristianos debe ser únicamente el ayudar socialmente como ejercicio del amor al prójimo, (que está muy bien, esa la segunda parte del mandamiento mas importante) pero se olvidan de la primera parte que es la adoración a Dios en espíritu y en obediencia a su Palabra. Y así llegan incluso muchas iglesias a no diferenciarse para nada de una obra de asistencia social, por ejemplo.

Pero como en cada domingo voy a intentar predicar el mensaje que se me ha encomendado.

El relato para hoy nos conduce a un hombre agreste e indomable que estaba poseído por una legión de demonios. Y lo que notaremos, es que el Señor Jesucristo tiene pleno dominio sobre esto. No sólo en ese momento, sino también lo tiene ahora también en nuestros días.

Por supuesto que este endemoniado era un caso extremo, pero con todo, es una advertencia de lo que significaría para los seres humanos perecer bajo el poder del pecado y Satanás. Y esto será así, a menos que sean liberados por Cristo (Ef 2:2) (Col 1:13).

Una vez que los demonios salieron del hombre, el cambio fue radical. Ahora estaba con Jesús “sentado a los pies de Jesús, vestido y en su cabal juicio“. Nadie había soñado con conseguir algo parecido de este hombre. Y es que el poder del Señor Jesucristo llega allí donde ni el gobierno, ni los asistentes sociales, ni psiquiatras, ni familia, ni amigos pueden llegar. Nadie antes había conseguido que este hombre estuviera en paz consigo mismo y con sus semejantes.

Lo mismo sucede en nuestros días. Hay personas que como el endemoniado de la historia llegan a estar en ese estado, y hay otras que en menor grado también con problemas similares.

Los evangelios nos informan del hecho de que una persona puede estar esclavizada por más de un demonio al mismo tiempo (Mt 12:45) (Mc 16:9), pero este caso es singular. ¿Qué nos intenta enseñar?

De la misma manera que el Imperio Romano había conseguido conquistar Israel por medio de sus legiones, (cada legión comprendía de un total absoluto de 10.000 soldados) este miserable hombre se encontraba totalmente ocupado y dominado por las fuerzas demoníacas que lo mantenían en una situación de opresión y muerte. Notamos entonces que el propósito del diablo para con el ser humano es de un tipo militar: ‘conquistar y dominar’. Es decir, alejarnos de la comunión con Dios, alejarnos de la iglesia, alejarnos de la adoración del día de reposo, alejarnos de la Santa Cena con hermanos y hermanas, alejarnos de la devoción personal diaria, por medio de nuestra oración, nuestra lectura de la Biblia, nuestra alabanza, todo lo que en verdad edifica y fortalece nuestro propio espíritu. De esta forma el diablo logra tener un control espiritual sobre nuestro ser que hace que nos veamos imposibilitados de alimentar nuestro espíritu por medio de los medios de gracia. Esto, con el tiempo hace que nos debilitemos espiritualmente del todo y también corporalmente pues el espíritu tiene el control sobre todo nuestro ser.

¿Cómo nos sentimos cuando escuchamos esta palabra? ¿Lo aceptamos o sentimos rechazo? Esto es parte de nuestra espiritualidad. De la misma forma que predicamos y confesamos al Espíritu Santo, y decimos “Creo en el Espíritu Santo” como presencia invisible de Dios, de la misma manera tenemos que ser conscientes de que la Biblia nos enseña: Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. 12 Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. (Ef 6:11-12)

¿Qué significa esto? ¿Qué significa vestirse con la armadura de Dios? Ustedes ven que acá otra vez, ahora el apóstol en el nuevo testamento utiliza un lenguaje militar, dice una armadura. Una armadura se usaba en los tiempos antiguos para protegerse, en una lucha cuerpo a cuerpo.  ¿Por qué porque Satanás quiere luchar? Porque quiere destruirnos. Quiere destruir la relación que tenemos con Dios. Y nuestra pregunta en esta mañana: ¿Cómo podemos resistir al diablo de la mejor manera en este mundo del siglo XXI? Resistir al diablo de la mejor manera es como también nos dice Martin Lutero en palabras aún válidas: “La palabra de Dios y la oración son las mejores armas. Quien sirva a éstas, los ángeles estarán a su lado”.

En Navidad, cada año, nos gusta representar el pesebre navideño e incorporamos ángeles en el mismo. Los niños se visten de ángeles. Los ángeles existieron y existen, son una realidad. Los ángeles se comportan mayormente como mensajeros de Dios, a veces como protección, seres espirituales de Dios. Si los ángeles existen, pueden asistirnos porque son enviados por Dios, sabemos que son seres espirituales que, según les plazca pueden hacerse visibles. De la misma manera hay seres espirituales que no son de Dios que llamamos espíritus del mal o demonios. Esos son los que pidieron salir desesperadamente del cuerpo del endemoniado cuando Jesús se paró enfrente. Esos también existen. Qué significativo es que cuando muchas veces en esta sociedad hay muchos que niegan o ridiculizan la creencia en Dios, en Jesús, en lo espiritual, en la Biblia, según el relato, los mismos demonios en cambio, sí reconocieron a Jesús como el Hijo de Dios. Eso es una prueba más de la existencia de Dios y Cristo y del mundo espiritual.

“Vuélvete a tu casa y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo.

Él, entonces, se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él”. Así le dijo Jesús al exorcizado, al restituido, al sanado.

Nosotros estamos sanos, restituidos por Cristo, mal o bien queremos cuidar de nuestra relación con Dios, pues es lo único que nos sostendrá integralmente. Nos esforzamos, con nuestras fortalezas y con nuestras debilidades, hacemos lo posible. Jesús nos llama a cuidar de esa comunión con él. Y contarle a los demás de nuestras luchas, pero también de nuestra nueva vida en Cristo y de la defensa que hacemos de nuestra fe en El ante un mundo indiferente o no creyente.

Amen.

Dios desea habitar en nosotros

Juan 14:23-27
Enzo Pellini

23 Jesús le respondió: «El que me ama, obedecerá mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y con él nos quedaremos a vivir. 24 El que no me ama, no obedece mis palabras; y la palabra que han oído no es mía, sino del Padre que me envió.

25 »Les he dicho estas cosas mientras estoy con ustedes. 26 Pero el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, los consolará y les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que yo les he dicho.

27 »La paz les dejo, mi paz les doy; yo no la doy como el mundo la da. No dejen que su corazón se turbe y tenga miedo.

“El que me ama, obedecerá mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y con él nos quedaremos a vivir”. La única condición para la compañía, protección y amor de Dios —lo que, en definitiva, llamamos la bendición de Dios—, es obedecer su palabra. Si decimos que amamos a Dios, entonces debemos probarlo obedeciendo Su palabra, que está contenida en la Biblia.

Una de las primeras cosas que debes hacer para obedecer la Palabra de Dios es creer en esta. Eso se llama fe. Es probar que creo en Dios y quiero creer en Dios. ¿Por qué digo que creo en Dios y digo ‘quiero’ creer en Dios?
La fe es un regalo de Dios. Si podemos creer, tenemos que agradecer a Dios porque eso sucede a través del Espíritu Santo de Dios. Para la mayoría de los que estamos en la iglesia hoy, por lo visto no es un problema decir que creo en Dios, aunque nuestra fe a veces no sea tan grande. Pero, ¿sabes cuántas personas hay ahí afuera que no creen? ¿Sabes cuántas personas no tienen el menor deseo de creer en Dios? Y quizás muchos de ellos mueran sin haber creído en Dios. Por lo tanto, tenemos que estar agradecidos por creer en Dios. Debemos estar agradecidos de haber sido criados en familias cristianas que, perfecta o imperfectamente, nos han llevado a la iglesia y nos han dado la posibilidad de creer en Jesucristo. En el caso de los que han sido confirmados, e incluso bautizados, entonces se convierte en nuestra responsabilidad si nuestra fe crece o cae.

La fe es como una semilla o un retoño. Debemos cuidar que la semilla de fe que se ha plantado crezca y madure como Dios quiere.
Al principio, cuando se planta un árbol, es solo una semilla, y luego se convierte en una pequeña planta que requiere muchos cuidados para que con el tiempo pueda convertirse en un árbol. Lo mismo ocurre con los bautizados. Debemos cuidar esa planta. En la vida de fe, a una edad temprana podemos tener padres, padrinos o una familia cristiana que pueda ayudar. Pero eventualmente cada uno de nosotros debe asumir la responsabilidad de cuidar la planta de la fe.
Esa planta de fe debemos cuidarla con temor y temblor; Porque si no la cuidas, a pesar de haber sido bautizado y confirmado, esa planta puede marchitarse y morir. Y si eso sucede en nuestra vida de fe, la fe se apaga y la persona se aleja de Dios con trágicas consecuencias para su existencia más allá de su vida.

¿Se puede tener fe y dudar de la existencia de Dios? Claro, todos los que tienen fe a veces dudan. Sobre todo cuando estamos pasando por momentos difíciles y preguntamos y sentimos que Dios no nos responde. Y no sólo los cristianos dudan de la existencia de Dios. Aquellos que no creen en Dios también dudan de la ‘no existencia’ de Dios en algún momento de sus vidas. Incluso los ateos, en algún momento, dudan de su “convicción” y dicen, ¿no será que Dios tal vez sí existe?

Una vez conocí a una persona que, quizás en broma, pero no era broma, dijo: “¿Cómo puedes creer en Dios a quien no has visto? ¿Cómo puedes creer en algo que no ves? Hoy me desperté y no vi a Dios. Caminé por la calle y no vi a Dios. Estaba en el estacionamiento y no vi a Dios. ¡Muéstrame que Dios existe! Entonces dije: “No se puede “no creer” en todo lo que no se ve. Hay cosas que creemos que no podemos ver. Y le pregunté: “¿Crees en el amor?” “Sí, por supuesto que creo”. “Pero, ¿cómo puedes creer en el amor si no lo ves? “Bueno, ven a mi casa y te mostraré a mi esposa y verás el amor que nos tenemos”. “Sí, pero no veo el amor, ¿cómo puedes creer en algo que no ves? No tenemos que ver todo en lo que creemos. ¿Podemos ver esperanza? Tenemos esperanza y no queremos perderla; es lo mismo con Dios. Hay otras dimensiones que van más allá de la comprensión de los seres humanos. Esa es la dimensión espiritual; no lo vemos, pero podemos creerlo.

Por eso debemos alimentar nuestra fe con el correspondiente alimento para la fe, que es el alimento espiritual. Este alimento incluye la oración, la comunicación diaria con Dios, la lectura diaria de la Biblia y la participación semanal en comunidad, en una iglesia donde recibimos la Palabra y el Sacramento, el alimento que proviene del Espíritu Santo de Dios. Eso es lo que significa cuidar esa plantita; eso es cuidar nuestra fe para que crezca y crezca, y se convierta en el gran árbol de la fe que Dios quiere para nosotros. Si nuestra vida no hace gala de las bendiciones de Dios, posiblemente sea porque no cuidamos esa planta o no la hemos dejado crecer, o no la estamos cuidando y alimentando con alimento espiritual. Incluso si somos mayores, podemos comenzar a alimentar la planta como Dios lo dispuso. Nunca es tarde para que nuestra fe se convierta en un gran árbol. Y más aún, cuando los jóvenes, como será el caso de nuestros confirmandos dentro de dos semanas, toman este consejo y lo atesoran en su vida como dice la Palabra de Dios: “El que me ama, obedecerá mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y con él nos quedaremos a vivir”. Ese es el mejor consejo que podemos dar a un confirmando. ¿Quieres ver los frutos de Dios en tu vida? ¿Quieres ver la bendición tangible de Dios? Comienza a alimentar la plantita de tu fe tratando de obedecer a Dios.

Había una vez un no creyente, que sin duda era muy inteligente y quería tener todas las explicaciones sobre la posible existencia de Dios. Y hacía preguntas al pastor: ¿Dónde está Dios, en medio de la pobreza, del hambre en el mundo, en medio de esos niños masacrados y mutilados utilizados para la prostitución o el trabajo infantil? ¿Por qué hay sufrimiento, por qué hay enfermedades o guerras? ¿Puedes explicar dónde está Dios ante todo esto? Y así hizo una pregunta tras otra. Este pastor dijo: ‘Bueno, déjame tratar de explicarlo. El hombre dijo: ‘No, no puedes explicar nada, porque no tienes las respuestas, porque Dios no existe, Dios es un invento y nadie puede ver a Dios. “Yo puedo explicarlo –sigue diciendo el ministro– pero primero quiero hacerte una pregunta”. “No, no quiero preguntas—dijo el hombre riéndose—, ¡responde a ‘mi’ pregunta!” Pero déjame hacerte una sola pregunta, ¿puedo? “Bueno, está bien —consintió finalmente el hombre— solo una pregunta”. “Si te respondo claramente y satisfago tus dudas sobre la existencia de Dios en este momento, ¿considerarías creer en Dios y convertirte en cristiano? Y el hombre respondió: “¡¡No, para nada!!!” Ok, dijo el pastor, vamos a tomar un café y no perdamos el tiempo.

Así que mi conclusión es que hay personas en este mundo a las que podemos llamar no creyentes voluntarios. Es decir, no quieren creer, ¡y hacen todo lo posible por no creer! Y los cristianos a menudo dudamos de nuestra fe. Puede suceder que tengamos dudas sobre la existencia de Dios y esto puede ser normal e incluso ser honesto admitirlo. Sin embargo, seguimos adelante y persistimos en nuestra fe; seguimos alimentando nuestra fe a través de la oración, la lectura de la Biblia y la pertenencia semanal a una comunidad de fe, porque estamos decididos a creer en Dios. Y esa es la clase de fe que surge de quien ama a Dios, a pesar de nuestras dudas y limitaciones humanas; damos más crédito a Dios que a todos los que quieren convencernos de que Dios no existe. ¡Y esa es la fe que persevera hasta el final! Esa es la fe que, a pesar de los problemas que quieren bajarnos el ánimo y ponernos tristes, letárgicos, deprimidos o negativos, dice: ¡No!, tengo que cambiar de cara, tengo que cambiar de humor para creer, para poder confiar y declarar como que el Salmo 118: ” Éste es el día que el Señor ha hecho; y en él nos alegraremos y regocijaremos. “. Y estar gozoso, feliz y alegre es parte de la misma experiencia de fe. ¡Queremos decidir sentirnos bien y cambiar nuestros sentimientos, cambiar nuestra forma de pensar, nuestra mentalidad, eso es lo que nos lleva a creer! El que está mentalmente enfermo no puede pensar bien y el que no puede pensar bien no puede creer. Los que no pueden creer no pueden amar a Dios, porque no pueden creer que Él existe. ” Ahora bien, tener fe es estar seguro de lo que se espera; es estar convencido de lo que no se ve…. Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe, y que sabe recompensar a quienes lo buscan.” (Hebreos 11: 1.6)

“Sin fe es imposible agradar a Dios”, reformularía en una forma positiva esto: solo con fe se puede agradar a Dios. La única forma en que podemos hacer feliz a Dios, la única forma en que podemos amar a Dios es a través de nuestra fe en Él.
Oramos para que Dios habite en esta iglesia a través del Espíritu Santo. Además, que Dios pueda habitar en el futuro en la vida de nuestros confirmandos y sus familias. Pero el único requisito es amar a Dios tratando de obedecer Su palabra y teniendo fe; es decir, mantener esa fe a través de nuestra comunión fiel y decidida con Dios . Que Dios llene nuestras vidas y se haga presente en esta casa, la casa del Señor.

Una resurrección en espíritu

Rev. Enzo Pellini

Domingo de Pascua de Resurrección- 17.04.2022

Juan 20:11-18

“Pero María estaba afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro, y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados donde el cuerpo de Jesús había sido puesto; uno estaba a la cabecera, y el otro a los pies. Y le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?» Les dijo: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto.» Tan pronto dijo esto, María se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí; pero no se dio cuenta de que era Jesús. Jesús le dijo: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.» Jesús le dijo: «¡María!» Entonces ella se volvió y le dijo en hebreo: «¡Raboni!» (que quiere decir, «Maestro»). Jesús le dijo: «No me toques, porque aún no he subido a donde está mi Padre; pero ve a donde están mis hermanos, y diles de mi parte que subo a mi Padre y Padre de ustedes, a mi Dios y Dios de ustedes.» Entonces María Magdalena fue a dar las nuevas a los discípulos, de que había visto al Señor, y de que él le había dicho estas cosas”.

La noticia más sensacional de la historia de la humanidad: la resurrección de Jesucristo el Hijo de Dios. ¿Es esta una noticia sensacional para ti?

¿Qué es una noticia extraordinaria para ti? ¿Cuáles son las buenas noticias?

Seguramente que, cada uno de nosotros tiene distintos parámetros para definir que son buenas noticias. Todos más o menos compartimos que son buenas noticias. Como la palabra lo dice, es todo aquello que sea bueno. Y qué hace que algo sea ‘bueno’. ¿Qué significa la palabra bueno? Que es agradable que, brinda beneficios que, produce felicidad.

Beneficio y felicidad, son las dos palabras claves dentro de la palabra “buena” noticia. ¿En qué me beneficia a mí como cristiano la noticia de la resurrección? La resurrección es la prueba de que Jesús fue lo que dijo ser: El Hijo de Dios, el mesías esperado, el enviado al mundo de parte de Dios, el embajador de Dios. Cuando Jesús resucita, les demuestra a sus discípulos, a todos sus seguidores y al mundo de su entonces que, él en verdad, tenía un poder divino, y que daba crédito a todo lo que había predicado. La resurrección indica, y me indica, también a mí hoy que, toda la fe y esperanza que yo deposite en la palabra de Dios la Biblia, no me defraudará, porque está probado que es verdad.

Que Jesús haya resucitado, significa que hay una garantía en la palabra de Dios, que Jesús es verdadero y que él cumple lo que él promete.

Que Jesús haya resucitado quiere decir que, la palabra de Dios es confiable y verdadera, que la palabra de Dios es honesta y poderosa. Esa es la parte beneficiosa de conocer la buena noticia de la resurrección.

Y la parte feliz de esta buena noticia es que, esto debería alegrarme de tal modo que, mi vida en esta tierra ya no debería ser más infeliz. No tengo motivos para vivir infeliz. Sabiendo que, nuestra existencia en esta tierra es un tiempo acotado y limitado y que para todos viene un final, tendríamos que saber que, la buena noticia consiste en que, más allá de esta muerte física hay una resurrección de los muertos, como decimos en nuestro Credo. Esa es la buena noticia.

Poder vivir a diario la buena noticia es el secreto para vivir ya a partir de esta vida una vida feliz. Y otra vez, quiero formular esta pregunta: ¿Eres feliz? ¿Estás viviendo una vida en felicidad?

Si de veras crees en el hecho de la resurrección, aunque no estés viviendo la vida que el mundo dice que, es una buena vida, igualmente, no deberías tener motivos para vivir infeliz. Esta vida, así como la conocemos es una vida fugaz, temporaria. Lo que más importa es qué sucederá más allá de esta vida. Si puedes vivir cada uno de tus días en la perspectiva de la vida eterna por delante, tu vida aquí en la tierra cambiará drásticamente para mejor. Si de veras puedes depositar tu confianza en el hecho de la resurrección, en la providencia y bendición de Dios que, comienza ya aquí en la tierra, en el momento que decides creer en Cristo, como el Hijo de Dios.

Hay muchas personas que buscan evidencias históricas que, apoyen la resurrección.

Podemos simplemente recordarlo hoy:

  1. Hay muchos que dicen que Jesús no murió. Jesús tuvo que soportar los latigazos romanos, donde incluso muchas personas morían durante éste. Estuvo clavado en la cruz por espacio de seis horas. ¿Un hombre en tal condición podría haber movido una piedra de sepulcro de quizás tonelada y media? Los soldados romanos estaban bien convencidos que Jesús murió, sino no lo hubieran bajado de la cruz. Si ellos hubieran permitido que un prisionero escape, hubiesen corrido el peligro de la pena de muerte. Además, cuando los soldados descubrieron que Jesús estaba efectivamente muerto: “uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante le brotó sangre y agua” (Jn 19:34). Esto parece ser la separación de coágulo y suero que, hoy se entiende como evidencia médica clara que Jesús estaba muerto. El evangelista Juan no escribió esto sin razón; él no poseía este conocimiento, lo que hace más poderosa la evidencia que Jesús estaba realmente muerto.
  • Algunos decían que los apóstoles robaron el cuerpo y luego esparcieron el rumor que Jesús había resucitado. Sin contar con el hecho que la tumba estaba vigilada, esta teoría es psicológicamente improbable. Los discípulos estaban deprimidos y desilusionados en el momento de la muerte de Jesús. Hubiera tenido que ocurrir algo extraordinario para transformar al apóstol Pedro en el hombre que, predicó en Pentecostés cuando se convirtieron 3000 personas. Además, si uno piensa todo lo que los apóstoles tuvieron que sufrir: látigos, torturas e incluso algunos la muerte, parecería inconcebible que pudieran estar preparados para afrontar todo esto por algo que ellos sabían que no era verdad.
  • Algunos otros decían que, las autoridades habían robado el cuerpo. Esto parece ser lo menos probable de todo. Si las autoridades habrían robado el cuerpo, ¿por qué no lo mostraron cuando se corría el rumor que Jesús había resucitado de los muertos? Quizás la prueba más fascinante de evidencia relacionada con la ausencia de Jesús sea la descripción de las ropas de Jesús en el sepulcro que, hace Juan. En realidad “tumba vacía”, es un nombre incorrecto. Cuando Pedro y Juan van a la tumba encuentran sus ropas allí. Es como si Jesús hubiese pasado a través de sus mismas ropas. No es una sorpresa que Juan lo viera y creyera (Jn 20:8)
  • Sus apariciones a los discípulos. Es que fueron quizás alucinaciones. Las alucinaciones generalmente suceden en personas muy aceleradas, muy imaginativas y nerviosas o en gente que está enferma o drogadictos. Los discípulos no encuadran dentro de esta categoría. Rudos pescadores, recolectores de impuestos y escépticos como Tomás no es probable que alucinaran. Además, la gente que alucina, luego deja de hacerlo. Jesús se apareció a sus discípulos en once diferentes oportunidades, en un período de seis semanas. La cantidad de veces y la cesación de éstas hace improbable que se tratara de alucinaciones. Además, más de 500 personas vieron a Jesús. Una persona puede alucinar, o incluso dos o tres. Pero es poco probable que, 500 personas hayan alucinado lo mismo. Además, las alucinaciones son cosas subjetivas, no hay en ellas una realidad objetiva; es como ver un fantasma. Pero a Jesús lo pudieron tocar. Comió pescado (Lc 24:42,43) y en una ocasión hizo el desayuno para sus discípulos. Comieron y bebieron con él (Hch 10:41) Tuvo largas conversaciones con ellos, enseñándoles muchas cosas acerca del reino de Dios (Hch 1:3).
  • El efecto inmediato. El efecto de la resurrección de Jesucristo de los muertos, como uno podría esperar, tuvo un impacto dramático en el mundo. La iglesia nació y creció a un ritmo increíble. De un puñado de pescadores a ‘conquistar’ el imperio romano en trescientos años.
  • La experiencia cristiana.  Millones de personas, durante muchas eras, pudieron vivir al Cristo resucitado en sus vidas. Gente de toda raza y pueblo, clases sociales, económicas, intelectuales, etc.

Podemos decir que como dice CS Lewis:

“Aquí, estoy tratando de evitar que alguien diga realmente la cosa más tonta que la gente a menudo dice acerca de Él: “No tengo problema en aceptar a Jesús como un gran maestro moral, pero no acepto su afirmación de ser Dios”.

Esa es la única cosa que no debemos decir. Un hombre, que fue simplemente un hombre y que dijo las cosas que Jesús dijo, no pudo haber sido un gran maestro moral. Habría sido, o un lunático — al mismo nivel del hombre que se dice ser un huevo revuelto – o de lo contrario sería el Demonio del infierno. Usted debe hacer su elección. Este hombre, o era, y es, el Hijo de Dios: o de lo contrario un loco, o algo peor. Usted puede descartarlo como loco, puede escupirlo y matarlo como a un demonio; o puede caer a Sus pies y llamarle Señor y Dios. Pero no vengamos con ninguna tontería condescendiente acerca de que fue un gran maestro humano. Él no nos dejó esa salida. No era su intención”.

Si a mí hoy me dijeran, aun así, no hay pruebas científicas comprobables que Jesús resucitó, no las necesitaría, pues sé que Jesús vive en mí, pues lo siento, lo experimento, hablo con él todas las mañanas y las noches. Si quieres una evidencia que Cristo resucitó, deberás aceptarle, creer en él, comenzar a confiar en él y tendrás la prueba más fuerte que él vive. Podrás experimentar su Amor, su Poder y la realidad de una relación que te convenza que él realmente está vivo.

Esas son las buenas nuevas de la Pascua de resurrección, no lo busques más en lo humano, búscalo en lo espiritual y podrás experimentar su resurrección en tu propia vida. Amén

La obra ya está hecha

Sermón para el día de Viernes Santo- 15.04.2022

Rev. Enzo Pellini

Juan 19:16-30

Entonces Pilato se lo entregó a ellos, para que lo crucificaran. Y ellos tomaron a Jesús y se lo llevaron.

17 Con su cruz a cuestas, Jesús salió al llamado «Lugar de la Calavera», que en hebreo es «Gólgota», 18 y allí lo crucificaron. Con él estaban otros dos, uno a cada lado suyo, y Jesús en medio de ellos. 19 Además, Pilato escribió también un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS. 20 Y muchos de los judíos leyeron este título, porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad. Este título estaba escrito en hebreo, griego y latín. 21 Los principales sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato: «No escribas “Rey de los judíos”; sino que él dijo: “Soy Rey de los judíos”.» 22 Pero Pilato les respondió: «Lo que he escrito, escrito queda.»

23 Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos y los partieron en cuatro, una parte para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual no tenía ninguna costura, y de arriba abajo era de un solo tejido. 24 Y dijeron entre sí: «No la partamos. Más bien, echemos suertes, a ver quién se queda con ella.» Esto fue así para que se cumpliera la Escritura, que dice:

«Repartieron entre sí mis vestidos,

Y sobre mi ropa echaron suertes.»

Y así lo hicieron los soldados. 25 Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena. 26 Cuando Jesús vio a su madre, y vio también presente al discípulo a quien él amaba, le dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» 27 Y al discípulo le dijo: «Ahí tienes a tu madre.» Y a partir de ese momento el discípulo la recibió en su casa.

28 Después de esto, y como Jesús sabía que ya todo estaba consumado, dijo «Tengo sed», para que la Escritura se cumpliera. 29 Había allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon una esponja en el vinagre, la pusieron en un hisopo, y se la acercaron a la boca. 30 Cuando Jesús probó el vinagre, dijo «Consumado es»; luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu.

***

El día de hoy es un recordatorio especial de la muerte de Jesús para nosotros cristianos. Nosotros cristianos evangélicos o protestantes nos centramos más que nada en el acontecimiento de la resurrección. Sabemos que Cristo murió en una cruz, por eso es que tenemos una cruz colgada en lo alto sobre el altar de nuestras iglesias, pero esa cruz está vacía. Cristo no está más colgado en la cruz, murió una sola vez y resucitó. Está vivo, venció a la muerte y al infierno y vendrá al final de los tiempos a juzgar a los vivos y a los muertos, vencerá de una vez por todas a Satanás, al poder de las tinieblas y su reino no tendrá fin será eterno. Eso es lo que creemos los que somos cristianos.

La parte central del mensaje para este día es la que se desprende de la frase pronunciada por Jesús: “Consumado es” que, es algo así como decir en palabras simples: ‘el trabajo se ha cumplido’.

Jesús asumió la tarea de venir a la tierra, se hizo hombre para poder comunicarse directamente con la gente y traer un mensaje de amor del Dios. Vino a restablecer la ley. Vino a poner al día la ley de Dios y la trajo de una forma sencilla para que todos la entendiesen.

No sabemos por qué tuvo que morir. Siendo Dios tuvo el poder de resucitar, pero no obstante no utilizó ese poder para evitarse la muerte. Lo habría podido hacer si hubiera querido, pero no lo hizo. Y eso a nosotros seres humanos nos deja sin entendimiento. ¿Cómo puede ser que Jesús el Hijo de Dios, con todo el poder que tenía no se hubo ahorrado la muerte?

Y existen dos razones por las cuales no lo hizo. Primero porque era un ser humano y quería vivir hasta las últimas consecuencias su humanidad sobre la tierra. Quiso llegar hasta las últimas consecuencias con el mensaje que vino a traer: el mensaje del amor a Dios y el amor al prójimo.

Hubiera sido muy fácil para él llamar a un ejército de ángeles para desparramar a todos los que querían matarlo. Pero esa hubiera sido una forma muy humana de actuar. El también fue Dios y quería mostrarnos que lo más importante es el amor, amar hasta las últimas consecuencias. El amor al Dios y el amor al prójimo es lo único que nos puede proporcionar una existencia segura y eterna. En cierto sentido quiso hasta ver si los seres humanos hacia los cuales se dirigía su predicación se daban cuenta y reconocían su mensaje como el mensaje de amor del Hijo de Dios. Por lo visto no lo reconocieron.

La segunda razón por la cual murió en la cruz, fue porque quiso mostrar que el poder del amor es el mayor poder del universo. El poder del amor es mayor que el poder de la maldad. El poder de Dios es mayor que el poder del diablo. Que el amor siempre triunfa a la larga o a la corta.

Y que aquellos que acepten el amor de Dios, enseñado por medio de su Hijo Jesucristo, vivirán por siempre. Aquellos que acepten que Jesucristo es el Hijo de Dios y que de él viene ese ejemplo de amor, vivirán por siempre. Aquellos que tengan la humildad y el esclarecimiento espiritual para buscar a Dios por medio de Jesucristo vivirán por siempre. Aquellos que amen al prójimo, así como Cristo lo predicó vivirán por siempre. Aquellos que valoren las cosas que vienen de Dios vivirán por siempre.

No se puede nunca llegar a entender el misterio de la muerte de Cristo, el día de viernes santo si no se acepta primero el milagro de la resurrección de Cristo. Por medio de la resurrección de Cristo al tercer día, nos damos cuenta que Jesús era, es y será siempre Cristo. No es una cuestión de tratar de explicar científicamente por qué murió Cristo, si de veras murió así. O tratar de explicar científicamente, por medio de la historia o de la arqueología si Cristo resucitó o no.

Hay tanta gente afanada en buscar pruebas de la resurrección de Cristo y hasta fanatizada por los hallazgos arqueológicos que pueda haber que pierden de vista la dimensión principal: la de creer que Cristo está vivo.

No sé si ustedes recuerdan por ejemplo la noticia sobre el sudario que fue hallado en Turín, Italia. Se han hecho estudios arqueológicos y científicos para probar si este en verdad era o no el manto en el cual envolvieron a Jesús. Hay muchos que lo creen y hasta van a verlo para venerarlo. No sé si fue verdadero o no. No necesitamos de pruebas para creer que Jesús está vivo. Del mismo pasó con Tomás cuando le dijo a Jesús: Si yo no veo en sus manos la señal de los clavos, ni meto mi dedo en el lugar de los clavos, y mi mano en su costado, no creeré (Jn 20:25b)

Y al final Jesús le dice: “Bienaventurados los que no vieron y creyeron”.

Bienaventurados cada uno de nosotros que, a pesar de no ver, de no haber vivido junto a Jesús, de no poder comprender queremos decirle hoy a Jesús, hoy viernes santo, de la misma manera que en el domingo de resurrección o en cualquier día del año, porque para los cristianos todos los días del año son iguales para adorar a Cristo: Yo quiero creer en ti Señor, aunque no entiendo. Yo quiero aceptarte Señor Jesús como mi Dios y Señor, aunque no entiendo, yo quiero adorarte a ti Señor, aunque no entiendo, yo acepto tus mandamientos de amor, aunque no lo entiendo. Yo te amo Jesús Hijo de Dios, aunque no entienda.

Si podemos expresar esto con nuestras palabras, pensamientos y sentimientos, es una señal que de hemos aceptado que Jesús es el Hijo de Dios y tenemos la promesa de la vida eterna regalada a aquellos que aceptan el sacrificio de amor de Cristo.

Es lamentable que nosotros seres humanos queramos entenderlo todo con nuestra mente antes, pero no todo funciona así, hay otras dimensiones en el universo creado por Dios que no son sólo los cinco sentidos humanos. Hay cosas que van más allá de lo natural que, son sobrenaturales. Cuando comenzamos a creer y eso lo hacemos con nuestro espíritu, la presencia sobrenatural y extraordinaria de Dios comienza a habitar en nuestra vida. Cuando el libro del Génesis nos dice: ¡Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza! (Gn 1:26) Se refiere en primer lugar a la naturaleza espiritual de Dios. Somos creación de Dios y tenemos un espíritu ese espíritu anhela terriblemente estar conectado con su creador. Cuando no creemos en Dios a través de Jesucristo, nuestros cuerpos pueden vivir, pero nuestros espíritus están vacíos y cada vez más vacíos y enfermos.

Dios nos da una nueva oportunidad en el día de hoy de aceptar el ofrecimiento, la salvación que Cristo nos ofrece: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Dios ten bendecirá ricamente y cambiará tu vida si aceptas esto ya en tus días sobre la tierra. Si ya has tomado antes esta decisión, decídete hoy que quieres acercarte más a la fuente de de vida de Dios y decídete transitar hacia la santidad, qué puedes hacer a partir de esta pascua de resurrección para obedecer más a Dios, qué cosas puedes dejar de lado que a Dios no le agradan de ti, qué cosas puedes obsequiar a Dios que Dios está esperando de ti hoy. Acepta a Cristo y acepta también cada día cambiar tu vida hacia la santidad.

Jesús murió, sí, pero una sola, vez y resucitó por eso hoy estamos aquí en la iglesia hoy. El está vivo y quiere darte a ti también la vida que estás buscando en todos los sentidos que te puedas imaginar.

—Dios crucificado muerto y sepultado. Dios de amor que, quisiste salvarnos muriendo en la cruz, perdona mis pecados hoy. Permíteme vivir en esta tierra como a ti te agrada. Permíteme cumplir tu palabra. Permíteme ponerte a ti en el primer lugar de mi vida. Pues necesito tu bendición y quiero resucitar al igual que tú, más allá de mi propia muerte. Recibe mi oración Señor Jesús. Amén. —

Adorarle a El es el primer paso de la fe

Sermón para el domingo de Ramos
Lucas 19:28-40
Rev. Enzo Pellini

“Después de decir esto, Jesús siguió su camino en dirección a Jerusalén. 29 Cuando ya estaba cerca de Betfagué y de Betania, junto al monte que se llama de los Olivos, les dijo a dos de sus discípulos: 30 «Vayan a la aldea que está ante ustedes. Al entrar en ella, van a encontrar atado un burrito, sobre el cual nadie se ha montado. Desátenlo y tráiganlo aquí. 31 Si alguien les pregunta: “¿Por qué lo desatan?”, respondan: “Porque el Señor lo necesita.”» 32 Los discípulos se fueron y encontraron todo tal y como él les había dicho. 33 Mientras desataban el burrito, sus dueños les dijeron: «¿Por qué lo desatan?» 34 Y ellos contestaron: «Porque el Señor lo necesita.» 35 Luego se lo llevaron a Jesús, echaron sus mantos sobre el burrito, e hicieron montar a Jesús. 36 Conforme Jesús avanzaba, la multitud tendía sus mantos por el camino. 37 Cuando se acercó a la bajada del monte de los Olivos, todo el conjunto de sus discípulos comenzó a gritar de alegría y a alabar a Dios por todas las maravillas que habían visto; 38 y decían: «¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo, y gloria en las alturas!» 39 Algunos de los fariseos que iban entre la multitud le dijeron: «Maestro, ¡reprende a tus discípulos!» 40 Pero Jesús les dijo: «Si éstos callaran, las piedras clamarían

El Domingo de Ramos es una fiesta. Una fiesta de la alabanza a Dios. Una fiesta donde expresamos nuestra alegría a Dios porque él se muestra como nuestro rey, nuestro soberano, nuestro Dios. Todos aquellos que creyeron su mensaje durante esos tres años de su ministerio ahora estaban glorificando a Jesús como el Hijo de Dios, el rey, el mesías. Con el llamado domingo de Ramos, como leemos en el evangelio de hoy, se termina una etapa en el ministerio de Jesús y comienza otra en la vida de la humanidad.

Jesús se mostró como ser humano, como un simple hombre para poder llegar en una manera más comprensible a la gente. No obstante encarnarse en un cuerpo humano, su Espíritu era el Espíritu de Dios. Vivió como un hombre físicamente, pero interiormente era Dios. Su misión fue enseñar que, había sido enviado al mundo por Dios para traer un mensaje de felicidad, de esperanza y de salvación. En esto consistía el mensaje: Todos aquellos que acepten que, Dios envió a su Hijo al mundo y decidan creer en Dios a través de él y acepten que, él vino a sacrificar su vida para darnos la salvación, podremos considerarnos salvos y rebaño de Dios.
Esta afirmación puede ser muy simple de entender, si de veras lo aceptamos por fe, o puede ser muy difícil e intrincada si queremos verlo con ojos humanos críticos. Esto no es algo que vayamos a entender humanamente, tienes la libertad de aceptarlo o no. Pero sólo depende de ti y de tu fe en el mensaje del Evangelio.

La iglesia no es un club, ni una asociación civil, ni una empresa, ni una sociedad de beneficencia o caridad. La iglesia no es una sociedad filantrópica, la iglesia no es una entidad étnica o secular. La iglesia es sí un edificio, donde aquellos que confiesan esta fe en Jesucristo se reúnen a adorar y alabar su nombre. Se reúnen a compartir su Palabra que, está registrada sólo en el libro que llamamos Biblia que, es nuestra autoridad suprema. Venimos a la iglesia a buscar su ayuda. Su ayuda no es humana. Venimos a buscar la ayuda divina, es decir la ayuda de Dios. Cuando oramos estamos mostrando que creemos en él. Las personas que no oran, todavía no están creyendo en Dios. Las personas que no pueden orar todavía no han aceptado a Jesucristo como su Señor y Salvador. Es imposible decir que soy cristiano si no puedo orar a Dios. Esa es una buena señal para saber si soy cristiano: ¿Puedo orar a Dios? ¿Tengo una vida de oración diaria de comunicación con Dios? Si no es así, entonces hay un problema en tu vida ‘cristiana’. Hay algo que no está funcionando en tu vida espiritual.

A partir del Domingo de Ramos, se puede decir que, se termina la tarea ministerial de Cristo en la tierra. Jesús comienza a mostrarse ya como rey, como Dios, como mesías, como enviado de Dios. Ya no se va a mostrar más como un hombre, profeta y maestro. La gente que lo alaba y ora a él lo está viendo como Dios. Durante la semana santa viene el sufrimiento, lo que llamamos también ‘pasión’. Pues Cristo ‘padece’, sufre. Allí comienza el sacrificio de Cristo. Jesús se sacrificará por nosotros. Esto es algo un tanto difícil de entender: ¿por qué se sacrifica?, ¿para qué? Son preguntas difíciles de responder aún los teólogos más sabios podrían no responder acertadamente. Pero hay algo que, sí podemos hacer con nuestra disposición humana: creer en él. Dios no nos pide cosas raras. Dios no pide que, seas un profesor en teología o un sabio instruido. Dios lo único que te está pidiendo es tu fe y tu entrega a él. Ese es el primer paso de la fe.

En esta semana santa quiero acercar un mensaje simple, sencillo y a la vez desafiante. De la misma manera que lo intentó Cristo durante todo su ministerio. ¿Cómo está tu vida? ¿Estás creyendo en Cristo como Hijo de Dios? ¿O todavía tienes dudas? ¿Cómo está tu vida? ¿Crees que Dios murió en la cruz por ti? ¿Cómo está tu vida? ¿Aceptas que Dios es un Dios de amor que quiere llenar tu vida sólo con su amor y perdón? ¿Cómo está tu vida? ¿Estás depositando tu fe y confianza en Cristo pues él es Dios? ¿Cómo está tu vida? ¿Estás orando a diario a Dios, o no puedes orar y/o no sabes lo que es eso? Si no puedes contestar claramente y sin dudas a estas preguntas, y si de veras quieres ser cristiano vas a tener que poner tu vida en orden pues no es esa una vida de cristiano. Dios quiere un cambio de ti. Y ese cambio que estás necesitando tiene que ver con tu espíritu.

En esta semana santa, puede ser la oportunidad única para ti, de ver que hoy no estás aquí en este edificio pues, hace muchos años que asistes. Tú estás en este edificio porque esto es una iglesia. Y aquí en el momento que invocamos a Dios Padre Hijo y Espíritu Santo, Dios mismo se hace presente y quiere ser alabado, quiere ser glorificado quiere que le cantemos, quiere que leamos su palabra y por sobre todas las cosas quiere que creamos en él y tengamos una vida de oración. Seguramente él está esperando una respuesta de ti hoy.

En cambio, si tu vida está llena de fe y de respeto hacia él, seguramente que poco o mucho, pero, tienes una Biblia en tu casa que abres a diario, aunque muchas veces no entiendas mucho. Eso es obediencia y fe. Seguramente, estás depositando tu vida en Dios con confianza. Eso es obediencia y fe. Seguramente estás orando con tus propias palabras a diario, aunque sean oraciones simples. Eso es obediencia y fe. Seguramente amas a tu iglesia e intentas ponerla en el primer lugar y participar de todos los cultos que puedas. Eso es obediencia y fe. Si esas cosas estás viviendo y suceden en tu vida entonces alégrate porque estás alabando sinceramente a Dios de la misma manera que lo estaban haciendo aquellas personas que lo alabaron el Domingo de Ramos. Aunque no hayas vivido con él y aunque no hayas podido batir palmas delante de él. Pero sí estás batiendo palmas con tu corazón y él te ama por eso y te bendecirá todos los días de tu vida por eso mismo.

El ser cristiano se trata de otras cosas también. Cuando el mandamiento más importante nos dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Nos está queriendo decir que debemos amar y ayudar concretamente, materialmente, con trabajo, dinero, ayuda, amor, cariño, solidaridad. Es decir, con obras de amor. Eso no lo vamos a soslayar. Pero tampoco debemos soslayar que, en primer lugar, todo ello debe venir, después de haber alabado, adorado, glorificado a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, como nuestro rey. Para Dios, de nada valen las obras, si primero no existe nuestro reconocimiento y adoración a él. Ese es el misterio del regalo de la salvación, de la prioridad de nuestra fe y adoración a él.

Dios necesita de nuestra adoración. Para él es lo más importante. Si podemos comprender eso y hacerlo, Dios comenzará a responder aquellas cosas en que, todavía no vemos respuestas en nuestras vidas. Y para terminar les cuento una anécdota real acerca del significado de poner en primer lugar nuestra adoración y confianza en Dios:

Los habitantes de Feldkirch, en Austria no sabían qué hacer. El masivo ejército de Napoleón se preparaba para atacar. Los soldados habían sido apostados en las cumbres encima de la pequeña ciudad que, estaba situada en la frontera austríaca. Se convocó rápidamente a un consejo de la ciudad para decidir si iban a defenderse o izarían la bandera blanca de rendición. Justo era Domingo de Pascua de Resurrección y la gente estaba reunida en la iglesia local.

El pastor se puso de pie y dijo: “Amigos, hemos estado contando hasta ahora con nuestras propias fuerzas, y aparentemente éstas han fallado. Puesto que hoy es el día de la resurrección de nuestro Señor, hagamos doblar las campanas, tengamos nuestro culto como siempre y dejemos este asunto en las manos de Dios. Ya conocemos nuestra debilidad, pero no todavía el poder que Dios tiene para defendernos”.

El consejo aceptó su plan y las campanas de la iglesia comenzaron a sonar. El enemigo, al escuchar el repentino repique de campanas, llegó a la conclusión que el ejército austríaco había llegado durante la noche para defender la ciudad. Antes de que el culto terminara, el enemigo levantó campamento y se marchó”.
Especialmente en Domingo de Ramos, Dios se acerca para pedirnos que recordemos que, él espera alabanza de nuestra parte, adoración y gloria como parte de nuestra obediencia a él.
Amen.

Verdadera entrega


Sermón para el 5to domingo de Cuaresma-
Rev. Enzo Pellini
Juan 12:1-8
Seis días antes de la pascua, Jesús fue a Betania, donde vivía Lázaro, el que había estado muerto y a quien Jesús había resucitado de los muertos. 2 Allí le ofrecieron una cena, y Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados con él a la mesa. 3 Entonces María tomó unos trescientos gramos de perfume de nardo puro, que era muy caro, y con él ungió los pies de Jesús, y con sus cabellos los enjugó. Y la casa se llenó con el olor del perfume. 4 Y dijo Judas Iscariote hijo de Simón, que era uno de sus discípulos y el que más tarde lo entregaría: 5 «¿Por qué no se vendió este perfume por trescientos denarios, y se les dio a los pobres?» 6 Pero no dijo esto porque se preocupara por los pobres, sino porque era un ladrón y, como tenía la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella. 7 Entonces Jesús le dijo: «Déjala tranquila, que ha guardado esto para el día de mi sepultura. 8 A los pobres siempre los tendrán entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán.»

El Evangelio para el día de hoy nos muestra cuán importante es poder imitar una forma de agradecimiento y amor a Cristo ejemplares como el que mostró María de Betania.

Nuestra tradición nos invita a recordar la pasión y la resurrección de Jesús en este tiempo que llamamos Cuaresma y semana santa. Hoy se nos invita a comprender y valorar la obra realizada por Cristo en la cruz. Muchos no tenemos cabal consciencia de lo grandioso de esto. Sólo el Espíritu Santo puede darnos verdadera comprensión de lo que significa que Jesús haya muerto en la cruz por nosotros. Aunque si no podemos entenderlo cabalmente no importa, lo más importante es que podamos decir: – “Gracias Señor por tu obra redentora en la cruz y gracias por permitirme creer en ti como el Hijo de Dios, resucitado y presente en mi vida. Te adoro y te alabo por ello”. De eso se trata cada vez que queremos celebrar el tiempo de Cuaresma, queremos valorar la obra redentora de Cristo en la cruz y poder enseñar con el evangelio y nuestro testimonio de fe a los demás lo que él hizo, e invitarles a creer en El para que ellos también puedan alcanzar la salvación.

María de Betania, si ustedes recuerdan, era aquella que se sentaba cerca de Jesús y quería escuchar su palabra cada vez que él llegaba a la casa. Quizás se acuerden de la historia de María y Marta. Marta era la hacendosa hermana que quería servir a Jesús con su comida y María con su atención. María era la hermana de Lázaro, el hombre que Jesús había resucitado. Y se encontraban allí en la casa de los tres hermanos también probablemente los doce discípulos porque se menciona que allí se encontraba Judas quien después traicionaría a Jesús.

Cuando leemos rápidamente esta historia puede que no nos toque demasiado, una mujer que derrama un perfume caro sobre los pies de Jesús, qué hermoso gesto, quizás no sintamos la dimensión de esto. Es por eso que me gustaría dar algunos datos más. El nardo crece entre los 3.000 y los 5.000 metros de altitud en el Himalaya del Nepal, así como al norte de la India y en China. Se necesitan 70 plantas para extraer de las raíces una pequeña cantidad de perfume. Los hindúes lo utilizaban como aceite medicinal y para perfumar. Poseer perfumes puros como el nardo era una manera de inversión en aquellos días. Recordemos que en aquel entonces no había bancos como hoy en día, ni sofisticadas cajas fuertes y una manera de invertir o ahorrar dinero era por medio de otros bienes como telas, perfumes y para los más ricos monedas de plata y oro. Es seguro que este perfume habrá provenido de los ahorros de María. Dice en la Biblia que esa cantidad que derramó valía 300 denarios. El denario era una moneda romana. Utilizaban la moneda de uso corriente en aquellos días, como hoy podríamos usar los dólares estadounidenses, por ejemplo, era una moneda de cambio común. Un denario equivalía a la paga de un jornalero por día de trabajo. Un jornalero trabajaba durante todo el día romano que, iba de sol a sol desde las 6 de la mañana hasta las 6 de la tarde. Si convertiríamos esto al valor de un denario, hoy en día, en Canadá, podríamos decir que es el equivalente a $120 CAD, si sólo calculamos una jornada de 8 horas. Esto nos dice que 300 denarios son $36,000 CAD. Ese era el valor del perfume que derramó María.
María derramó a manera de ofrenda u homenaje estos trescientos gramos de perfume sobre los pies de Jesús.

¿Por qué perfume? ¿Por qué nos ponemos perfume tanto hombres como mujeres? ¿Cuál es el sentido de esto? ¿O por qué usamos fragancias, desodorantes de ambiente o sahumerios para dar un olor agradable a nuestras viviendas? Porque el olfato al igual que los otros cinco sentidos también es un aspecto importante de nuestra vida. Queremos que lo que los otros huelan de nosotros sea agradable. El buen olor o fragancia denota belleza, limpieza y por lo tanto atractivo. De la misma manera los olores agradables denotan pureza, hermosura y sentimiento de placer, paz y felicidad. Estos sentimientos también se reflejan por medio de nuestro sentido del olfato. Los olores agradables que desprenden los perfumes y esencias son apreciados y valorados pues nos hacen sentir bien y nos dan felicidad.
Es por eso que cuanto más duraderos, fuertes y agradables al olfato son los perfumes son más apreciados y costosos. Hay perfumes tan caros hoy en día en que un frasco puede costar hasta más de $5000 CAD.

El frasco de perfume que vertió María representaba no sólo sus ahorros o su dinero, sino parte de su vida, su entrega total a Dios. Para mostrar una verdadera adoración y alabanza ese frasco debía ser vertido o donado para Dios. Esta mujer que derrama todos sus valores en un instante quiere mostrar su entrega y su total confianza hacia Jesús. No sabemos si ella fue consciente de que de alguna forma esta unción preparó a Jesús para su funeral, como cuando los hebreos preparaban un cadáver para la tumba. Pero sin saberlo también cumplió este propósito y así lo aclaró Jesús.

Jesús no niega la posibilidad de dar generosamente, sea dinero o bienes para su obra, para la misión, para su iglesia, para honrarlo a él, siempre y cuando eso provenga de un corazón amoroso, agradecido y sincero. Es muy probable que la persona que da mucho para Dios, también sea generosa en todos los sentidos, y esté dando también para las personas necesitadas. A eso se refirió Jesús cuando le contestó al deshonesto Judas: A los pobres siempre los tendrán entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán. Siempre podemos ayudar a los necesitados, y somos desafiados a hacerlo, pero también Jesús quiere ver qué tipo de entrega y adoración que le estamos mostrando a él. Él quiere ver cómo es nuestro corazón. Cada vez que Jesús nos mira, está mirando la autenticidad de nuestro corazón, nuestro interior y cuan honestos somos delante de él aunque nadie nos esté mirando. Eso es lo más importante.

De María de Betania podemos sacar una lección para nosotros hoy. A Jesús lo que más le interesa es si de veras nos hemos entregado a él. Eso es lo más importante que él nos dice hoy a partir de esta historia. Las personas que puedan tener un corazón sincero y abierto a Jesús, serán capaces de amarlo y darle todo para él y su iglesia. A Jesús no le interesa lo que estemos mostrando a los demás de cómo somos, sino lo que desde nuestro interior le mostremos a él lo qué somos.

En esta Cuaresma, Dios nos invita a ser sinceros con él. A hacer un balance si de veras estamos entregados a él como a él le gustaría. Los valores de Cristo muchas veces van a trasmano de los valores de la sociedad y de lo que la sociedad considera lógico, racional y sensato. La historia del día de nos lo muestra. ¿De qué manera podemos nosotros amar a Dios con autenticidad imitando el testimonio de María? El tiempo de Cuaresma bien puede ser un tiempo de un reencuentro con Jesús y de desafío a dejar aquellas cosas que no necesariamente son las que Jesús busca de nosotros. Él está esperando un cambio en nosotros. De la misma manera que el apóstol Pablo nos dice en Flp 3:7 Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida, por amor de Cristo. Dios espera nuestra ofrenda, pero no sólo de cosas materiales sino la ofrenda completa y viva de todo nuestro ser a él y de poder seguirle con autenticidad. En eso radica el desafío de poder ser agradecidos a Cristo por su obra en la cruz y así amar a Dios.
Amen