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Dar y ayudar generan sentido y plenitud de vida

Rev. Enzo Pellini
Lucas 10:25-37

25 En esto se presentó un experto en la ley y, para poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta:

—Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?

26 Jesús replicó:

—¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?

27 Como respuesta el hombre citó:

—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.

28 —Bien contestado —le dijo Jesús—. Haz eso y vivirás.

29 Pero él quería justificarse, así que le preguntó a Jesús:

—¿Y quién es mi prójimo?

30 Jesús respondió:

—Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. 31 Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo. 32 Así también llegó a aquel lugar un levita y, al verlo, se desvió y siguió de largo. 33 Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. 34 Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. 35 Al día siguiente, sacó dos monedas de plata[c] y se las dio al dueño del alojamiento. “Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva”. 36 ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?

37 —El que se compadeció de él —contestó el experto en la ley.

—Anda entonces y haz tú lo mismo —concluyó Jesús.


Es interesante ver que hay mucha gente que cuando hay personas pasando por un tiempo de necesidad, tratan de escurrirse o esquivarlo en tanto sea posible de asistir a los demás. A veces no nos gusta involucrarnos por miedo, por el hecho de salir de nuestra zona de confort o por un gran individualismo. He notado que en países donde hay más carencia material a la vez hay más gente que da y ayuda más, o es más solidaria entre sí. No sé cuáles son las razones, pero seguramente la falta de solidaridad nunca trae bendición a la gente. Hoy Jesús nos ordena a ser solidarios, esto es ayudar al otro en necesidad, por supuesto con los recursos que sí tenemos, no con cosas imposibles de hacer. Esto es además el fruto, la esencia o la prueba de toda vida cristiana vivida como Dios manda.

Lo que sí es cierto es que cuando salimos de nuestra zona de confort para ayudar a otros e incumbirnos con las necesidades de los otros comenzamos a ver que hay una vida diferente, quizás diferente a la nuestra, que la vida no es sólo nosotros sino también los demás. Comenzamos a descubrir las bendiciones de Dios en nuestra vida, le encontramos el sentido y el propósito a la vida y comenzamos a sentirnos mejor y más felices. Esto es sin duda pues el Espíritu Santo comienza a obrar por ser obedientes a Dios.

En el día de hoy nos topamos con un versículo clave del nuevo testamento. Es el llamado mandamiento más importante que Jesús nos deja:
—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
En sermones pasados hemos hablado de la importancia de obtener la salvación por medio de la fe, es decir de la entrega a Dios. En este día la parábola del buen samaritano hace hincapié en no olvidarnos de la segunda parte de este mandamiento que es el amor al prójimo.
Muchos interpretan que la primera parte de este mandamiento, es decir el amar a Dios tiene lugar cuando amamos a nuestro prójimo, sí es verdad, pero no hay que olvidar qué significa amar a Dios: Amamos a Dios cuando hemos decidido creer en él. Amamos a Dios cuando hemos decidido creer en su Hijo Jesucristo como enviado al mundo para salvarnos de nuestro pecado, es decir nuestro redentor. Amamos a Dios cuando ponemos en primer lugar nuestra adoración a Dios al asistir a la iglesia una vez a la semana en compañía de otros que también creen y confiesan a Dios. Allí le alabamos, le adoramos, escuchamos su palabra, confesamos nuestros pecados en comunidad y somos bendecidos por su cuerpo y sangre. Esto es amar a Dios, en primer lugar.
Y amar al prójimo, el tema de este domingo, es más fácil de entender. La parábola del buen samaritano también es fácil de entender no hacen falta muchas explicaciones.
La palabra prójimo como dijimos significa cualquier persona que se encuentra a nuestro lado en cualquier momento del día.

El otro día estaba cambiando el cartel de la iglesia. Quería terminar rápido para hacer otras cosas. Y de repente veo a un hombre en bicicleta que se acerca a preguntarme cosas. En un primer lugar sentí que interrumpía lo que estaba haciendo. Después me di cuenta que esta persona necesitaba hablar conmigo. Allí pensé, esta persona es mi prójimo ahora. Me comenzó a contar muchas cosas sobre su vida de fe y su relación con la iglesia. Y al final me pareció una conversación significativa. Y creo que de eso se trata cuando Dios nos pide dar para nuestro prójimo, muchas veces ese dar también incluye nuestro tiempo para los demás, como el tiempo que dispuso el buen samaritano.

Amar a nuestro prójimo a partir de la lectura para hoy es dar, ayudar materialmente. Y ayudar materialmente a aquellos con los cuales siquiera podamos tener una relación, parentesco o afinidad en algún sentido. Es por eso que los cristianos somos llamados a dar a los necesitados, con generosidad como lo hizo el samaritano.

Recuerdo una vez que yo iba a visitar a una familia en un pequeño pueblo que tenían un negocio. De vez en cuando entraba al negocio algún indigente y pedía. Sucedió varias veces durante mis visitas. Y la señora siempre respondía: ‘no, hoy no tengo’. Luego se volvía hacía mí y como queriendo justificarse decía: ‘¡Todos los días viene alguien a pedir, no se le puede dar a todo el mundo!’ Por su puesto yo no era nadie para juzgar. Esas cosas son cosas personales que sólo deben ser analizadas con un corazón sabio en la persona misma. Aunque a veces hay personas que siguen afirmando esto: ‘no se le puede dar a todo el mundo y con esa justificación nunca dan a nadie’. A veces como cristianos este es un tema que nos preocupa. ¿Cómo hacer para dar? Hay muchas iglesias, instituciones y obras de caridad de todo tipo de orígenes. Muchas veces vemos por televisión avisos conmovedores que rompen nuestro corazón con imágenes de personas necesitadas para movernos a dar. Y muchas veces es verdad. Y también es verdad que hay personas que dan mucho dinero para estos fines. Recuerdo que también había un miembro de nuestra iglesia que tenía un diploma colgado en su living pues había dado muchísimo dinero para estas obras. Y en el diploma decía: “Fulano, tú te has ganado un trono dorado en el cielo por tus donaciones” Ese era el certificado de una de estas instituciones. Pero yo como pastor, sabía que esta persona no era un gran dador para su propia iglesia. Entonces allí había una incoherencia. Lo que damos para los demás y para la iglesia siempre debe ser pactado con nuestra conciencia y con Dios. Pero también debemos ser sabios y no olvidar la iglesia a la que pertenecemos.

Hay muchas personas honestas y de gran corazón que se sienten mal pues quisieran ayudar a muchos, pero saben que es imposible y se sienten sinceramente mal, y se preguntan ¿cómo hacer? A este respecto he leído un pensamiento de la madre Teresa de Calcuta que coincide con el mandamiento más importante: “Nunca te preocupes por números. Ayuda a una persona a la vez. Y siempre comienza con la persona que está más cerca de ti.”

¿He tomado mi decisión de no sólo amar a mi prójimo, sino también de ayudarlo? El buen samaritano lo hizo. ¿Me ocupé de mi prójimo, cuando la única ayuda era yo, y no había nadie alrededor o no había nadie que me mirara y reconociera lo que yo estaba haciendo? El buen samaritano lo hizo. ¿Ayudé en verdad cuando no tenía tiempo, porque estaba ocupado con otras cosas? El buen samaritano lo hizo. ¿He amado a mi prójimo, cuando esto significaba cansancio, dificultad, suciedad o hasta asquerosidad y significaba un esfuerzo de superación? El buen samaritano lo hizo. ¿Agarré coraje, cuando la cosa se tornaba peligrosa y riesgosa, o me fui corriendo a ponerme a salvo? El buen samaritano corrió riesgos. Riesgo de que los ladrones hubiesen estado escondidos acechando a otras posibles víctimas. ¿He ayudado cuando eso me costaba quizás un par de cientos de dólares o más? El buen samaritano lo hizo. ¿Me jugué por mi prójimo, cuando eso significaba comprometerme a futuro? ¿Así como el buen samaritano, le prometió al posadero que, le avise de los otros costos que tuviera?

Vemos estimados hermanos y hermanas que, el auténtico amor al prójimo es mucho más que, ser un poco amables y simpáticos y preguntar cómo estás. ¿Amé a mi prójimo en verdad, hice lo que debía hacer todo aquel que, quiere alcanzar la vida eterna? ¿Qué pasaría, si no fuera así? ¿Si siempre me hubiese rehusado a hacerlo? ¿Si mi amor al prójimo fuera tacaño y pequeño en comparación al del samaritano?
Que Dios nos conceda la sabiduría para dar, pero también la bendición que viene por consecuencia. Amen

Un seguimiento radical que ama a todos

Sermón para el 3er domingo de Pentecostés
Rev. Enzo Pellini

Lucas 9:51-62 (NVI)

51 Como se acercaba el tiempo de que fuera llevado al cielo, Jesús se hizo el firme propósito de ir a Jerusalén. 52 Envió por delante mensajeros, que entraron en un pueblo samaritano para prepararle alojamiento; 53 pero allí la gente no quiso recibirlo porque se dirigía a Jerusalén. 54 Cuando los discípulos Jacobo y Juan vieron esto, le preguntaron:
—Señor, ¿quieres que hagamos caer fuego del cielo para[a] que los destruya?
55 Pero Jesús se volvió a ellos y los reprendió. 56 Luego siguieron la jornada a otra aldea.
Lo que cuesta seguir a Jesús
57 Iban por el camino cuando alguien le dijo:
—Te seguiré a dondequiera que vayas.
58 —Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos —le respondió Jesús—, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
59 A otro le dijo:
—Sígueme.
—Señor —le contestó—, primero déjame ir a enterrar a mi padre.

60 —Deja que los muertos entierren a sus propios muertos, pero tú ve y proclama el reino de Dios —le replicó Jesús.

61 Otro afirmó:

—Te seguiré, Señor; pero primero déjame despedirme de mi familia.

62 Jesús le respondió:

—Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios.


Seguir a Jesús es el tema para hoy. Y tengo dos preguntas, 1) ¿Cómo se hace para seguir a Jesús, y 2) ¿Cómo sé que estoy efectivamente siguiendo a Jesús? Esperamos poder responder estas dos preguntas al final de este mensaje.

Recuerdo que cuando estudiaba teología en la universidad, había una materia que se llamaba homilética que significa predicación. Una vez uno de los profesores nos dijo que cuando uno predica no hay que dar recetas. Se refería que no teníamos que decirle a nuestra audiencia cuáles son las cosas que debemos de hacer en nuestra vida cristiana. Durante mucho tiempo esto no me gustó, pues pensaba: qué mejor que quien predique pueda guiar a la congregación a partir de la vida con sugerencias prácticas. Aparentemente la idea de este profesor era que debíamos interpretar el texto sucintamente y dejar que cada persona pudiera sacar sus propias conclusiones sobre su aplicación práctica. En cierto sentido me parecía bien, pero también me parecía que para eso cualquiera podría hallar un comentario bíblico y encontrar una explicación acerca de la lectura de la Biblia. Con el tiempo tuve muchos otros profesores en esta misma materia y uno de ellos dijo: ‘Cuando prediques no comentes el texto, sólo predica’. Y predicar significa dar una explicación sencilla y a la vez práctica de lo que significa el texto del domingo para mi vida aquí y ahora. Y eso sí es muy práctico.

¿Qué significa el texto para hoy, para mi vida aquí y ahora?

Dos palabras importantes se desprenden de aquí:
1) Jesús les pide a sus discípulos un seguimiento radical, es decir un seguimiento completo. Y es muy probable que se lo esté pidiendo a cada uno de nosotros también. Queremos ser discípulos de Jesús. Ser discípulos de Jesús y seguirle es una y la misma cosa. Quizás no tengamos las aptitudes para predicar o trabajar directamente en una iglesia, pero sí es seguro que tengas muchos otros talentos más que puedes usar para Dios, y en tu vida de todos los días reflejar tu ser cristiano, aunque tu trabajo no tenga nada que ver con la iglesia. ¿Cuál es la manera de darnos cuenta cómo seguir a Jesús? Que cada cosa que hagamos en nuestras actividades o en nuestro diario vivir todo lo podamos hacer para la gloria de Dios, hacerlo de la mejor manera como una ofrenda a Él y ser agradecidos a Dios por todo lo que somos capaces de hacer. Y que cada cosa que hagamos, lo hagamos en nombre de Jesucristo. No importa que seas un jubilado, o no importa la profesión que tengas pero que cada cosa que emprendas lo hagas en su nombre. Mi oración a la mañana es siempre, ‘Señor, sé que no soy un cristiano ejemplar, pero todo lo que haga en este día quiero hacerlo en tu nombre y para tu gloria. Sostenme y ayúdame en este día para poder agradarte y poder sentirme bien’. Cuando hago esta oración recién puedo saltar de la cama con confianza.
La segunda palabra importante para el día de hoy es
2) Seguirlo a Jesús no importando si los demás lo siguen a Jesús o no, incluso si están rechazando a Jesús totalmente o incluso burlándose de mi vida de fe. Y en ese sentido Jesús nos pide amar a los demás. “—Señor, ¿quieres que hagamos caer fuego del cielo para que los destruya? Pero Jesús se volvió a ellos y los reprendió”. Jesús les muestra a sus discípulos que no debemos gastar energías en perseguir, atacar, o criticar a gente que no quiere seguirlo.
Una vez un pastor en me dijo a este respecto: “Yo no corro detrás de la gente que no quiere saber nada con la iglesia; más bien empleo mi energía en aquellos que tienen interés por la palabra de Dios y la iglesia”. Al principio me sonaron duras estas palabras, pero con el tiempo descubrí su intención. En eso también radica el amor al prójimo. En poder vivir amando a un mundo alejado de la palabra de Dios e incluso pecador, es decir que rechaza la vida a partir de la palabra de Dios, pero poder aún así amar a nuestro prójimo y aceptarlos, así como son. Pero si alguna vez alguien nos pregunta, por qué crees lo que crees, o porque te comportas de la manera que lo haces, poder decirle con valentía: ‘Lo hago porque creo en Dios y en su palabra que es una guía para mi vida’. Cosecharemos más personas al ver como vivimos nuestra vida de fe que, insistiéndoles que deben cambiar su manera de vivir.

Jesús pide de sus discípulos un seguimiento radical, lo mismo nos pide a cada uno de nosotros. También nos dice que seguirlo, aún hoy en día en nuestra sociedad puede no ser fácil: —“Te seguiré a dondequiera que vayas.
58 —Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos —le respondió Jesús—, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza”. Jesús está queriendo decir que en la vida cristiana—y esto no va solo para los misioneros o predicadores sino para la vida de cualquier cristiano, las cosas no puedan resultar tan cómodas. Pero a la larga la recompensa será grandiosa y esta recompensa comienza ya aquí en esta tierra. Jesús quiere decir que seguirlo a él no debe ser sólo de la boca para afuera, sino que implique un compromiso total.

Seguirlo a Jesús implica tener amor por su palabra la Biblia, no amor al libro en sí mismo, sino a lo que contiene que es la palabra de Dios, y es una alternativa de valores a veces opuestos a la sociedad, y el querer comprometerse con estos valores.
Seguirlo a Jesús implica que vamos a tener necesidad por la oración, vamos a tener necesidad de hablar con Dios en todo momento. La persona que aún no tenga esa necesidad necesitará encontrarla en una relación con Dios.
Seguirlo a Cristo implica tener la disposición de dar testimonio. Y como dije para esto no necesitamos ser predicadores sino comportarnos con un tipo de integridad de valores distintos delante a la de los no creyentes. Si aún no tenemos este tipo de inclinación lo podemos también encontrar.
Seguirlo a Jesús implica que pondremos a la iglesia, es decir la necesidad de reunirnos con otros para compartir la palabra y el sacramento en comunión, como una necesidad semanal. Si esto aún no lo tenemos o comprendemos también somos invitados a descubrirlo.
¿Por qué seguirlo a Jesús implica todas estas cosas?, pues Cristo es la única fuente de vida válida y poderosa para nuestras vidas. Y esa es la única manera en que podemos ser nutridos del Espíritu Santo para poder vivir nuestras propias vidas.

El transitar con Jesús es la única fuente vital para nuestra vida. Esta vida tampoco puede quedar oculta. Otras personas deben percibir lo que tenemos.
Una persona que se haya vuelto a Jesús, lo demuestra en su vida por medio del amor, que se mostrará por su conducta hacia Dios y hacia la gente, incluso hacia la gente que rechaza a Dios y a su Palabra.

Ahora que hemos podido contestar a la pregunta de si estamos siguiendo a Jesús, ¿Estamos seguros de que lo estamos siguiendo a él? Y si no es así, le podemos decir: ‘Señor, no sé exactamente cómo hacer para seguirte y comprometerme de la manera que a ti te agradaría, pero es mi deseo hacerlo, dame la fuerza para llevarlo a la práctica y en ese proceso ayúdame a mantenerme humilde delante de los demás que aún no te siguen y poder amarlos como a ti te gustaría’.
Amén.

Protegidos por Dios podemos dar testimonio

Lucas 8:26-39

Rev. Enzo Pellini

El endemoniado gadareno

Arribaron a la tierra de los gadarenos, que está en la ribera opuesta a Galilea. 27 Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo; no vestía ropa ni habitaba en casa, sino en los sepulcros. 28 Al ver a Jesús, lanzó un gran grito, y postrándose a sus pies exclamó a gran voz:

—¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes.

29 (Jesús le ordenaba al espíritu impuro que saliera del hombre, pues hacía mucho tiempo que se había apoderado de él; y lo ataban con cadenas y grillos, pero, rompiendo las cadenas, era impelido por el demonio a los desiertos.) 30 Jesús le preguntó:

—¿Cómo te llamas?

Él dijo:

—Legión.

Muchos demonios habían entrado en él 31 y le rogaban que no los mandara al abismo. 32 Había allí un hato de muchos cerdos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejara entrar en ellos. Él les dio permiso. 33 Entonces los demonios salieron del hombre y entraron en los cerdos, y el hato se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó.

34 Los que apacentaban los cerdos, cuando vieron lo que había acontecido, huyeron y dieron aviso en la ciudad y por los campos. 35 Y salieron a ver lo que había sucedido; vinieron a Jesús y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios sentado a los pies de Jesús, vestido y en su cabal juicio; y tuvieron miedo. 36 Los que lo habían visto les contaron cómo había sido salvado el endemoniado. 37 Entonces toda la multitud de la región alrededor de los gadarenos le rogó que se alejara de ellos, pues tenían gran temor. Entró, pues, Jesús en la barca y se fue. 38 El hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que lo dejara quedarse con él, pero Jesús lo despidió, diciendo:

39 —Vuélvete a tu casa y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo.

Él, entonces, se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.

***

En el día de hoy estamos otra vez tocando un tema que tiene que ver con el aspecto o la dimensión espiritual. El domingo pasado hablábamos acerca del Espíritu Santo, la Trinidad, como realidad invisible de Dios. Hoy hablamos de cosas invisibles y espirituales también, pero en este caso no tienen que ver con las cosas de Dios, sino más bien con Satanás.

Resulta un poco complicado hablar en nuestros días acerca de Satanás, o del diablo, o del demonio, en nuestra sociedad altamente materialista y cientificista que nada quiere tener que ver con las dimensiones espirituales o no visibles. Y al mismo tiempo con una sociedad tan orgullosa de los logros tecnológicos y científicos del ser humano donde muchos creen que esto ya supera todo aquello que tenga que ver con lo no mensurable o no comprobables científicamente, llámese la fe y todas las cosas espirituales.

Para mí como pastor es difícil muchas veces tener que predicar estos temas, pues estamos lidiando como dije con esta realidad y hasta a veces también es difícil y triste tener que ver como hasta hay también predicadores que para nada creen en esta realidad bíblica y parecen transitar por las mismas ideas que la sociedad no creyente, incluso hasta veces ridiculizando o menospreciando el aspecto de la fe y la espiritualidad en los cristianos.

He sabido de hasta predicadores que niegan este aspecto acentuando que la esencia de los cristianos debe ser únicamente el ayudar socialmente como ejercicio del amor al prójimo, (que está muy bien, esa la segunda parte del mandamiento mas importante) pero se olvidan de la primera parte que es la adoración a Dios en espíritu y en obediencia a su Palabra. Y así llegan incluso muchas iglesias a no diferenciarse para nada de una obra de asistencia social, por ejemplo.

Pero como en cada domingo voy a intentar predicar el mensaje que se me ha encomendado.

El relato para hoy nos conduce a un hombre agreste e indomable que estaba poseído por una legión de demonios. Y lo que notaremos, es que el Señor Jesucristo tiene pleno dominio sobre esto. No sólo en ese momento, sino también lo tiene ahora también en nuestros días.

Por supuesto que este endemoniado era un caso extremo, pero con todo, es una advertencia de lo que significaría para los seres humanos perecer bajo el poder del pecado y Satanás. Y esto será así, a menos que sean liberados por Cristo (Ef 2:2) (Col 1:13).

Una vez que los demonios salieron del hombre, el cambio fue radical. Ahora estaba con Jesús “sentado a los pies de Jesús, vestido y en su cabal juicio“. Nadie había soñado con conseguir algo parecido de este hombre. Y es que el poder del Señor Jesucristo llega allí donde ni el gobierno, ni los asistentes sociales, ni psiquiatras, ni familia, ni amigos pueden llegar. Nadie antes había conseguido que este hombre estuviera en paz consigo mismo y con sus semejantes.

Lo mismo sucede en nuestros días. Hay personas que como el endemoniado de la historia llegan a estar en ese estado, y hay otras que en menor grado también con problemas similares.

Los evangelios nos informan del hecho de que una persona puede estar esclavizada por más de un demonio al mismo tiempo (Mt 12:45) (Mc 16:9), pero este caso es singular. ¿Qué nos intenta enseñar?

De la misma manera que el Imperio Romano había conseguido conquistar Israel por medio de sus legiones, (cada legión comprendía de un total absoluto de 10.000 soldados) este miserable hombre se encontraba totalmente ocupado y dominado por las fuerzas demoníacas que lo mantenían en una situación de opresión y muerte. Notamos entonces que el propósito del diablo para con el ser humano es de un tipo militar: ‘conquistar y dominar’. Es decir, alejarnos de la comunión con Dios, alejarnos de la iglesia, alejarnos de la adoración del día de reposo, alejarnos de la Santa Cena con hermanos y hermanas, alejarnos de la devoción personal diaria, por medio de nuestra oración, nuestra lectura de la Biblia, nuestra alabanza, todo lo que en verdad edifica y fortalece nuestro propio espíritu. De esta forma el diablo logra tener un control espiritual sobre nuestro ser que hace que nos veamos imposibilitados de alimentar nuestro espíritu por medio de los medios de gracia. Esto, con el tiempo hace que nos debilitemos espiritualmente del todo y también corporalmente pues el espíritu tiene el control sobre todo nuestro ser.

¿Cómo nos sentimos cuando escuchamos esta palabra? ¿Lo aceptamos o sentimos rechazo? Esto es parte de nuestra espiritualidad. De la misma forma que predicamos y confesamos al Espíritu Santo, y decimos “Creo en el Espíritu Santo” como presencia invisible de Dios, de la misma manera tenemos que ser conscientes de que la Biblia nos enseña: Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. 12 Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. (Ef 6:11-12)

¿Qué significa esto? ¿Qué significa vestirse con la armadura de Dios? Ustedes ven que acá otra vez, ahora el apóstol en el nuevo testamento utiliza un lenguaje militar, dice una armadura. Una armadura se usaba en los tiempos antiguos para protegerse, en una lucha cuerpo a cuerpo.  ¿Por qué porque Satanás quiere luchar? Porque quiere destruirnos. Quiere destruir la relación que tenemos con Dios. Y nuestra pregunta en esta mañana: ¿Cómo podemos resistir al diablo de la mejor manera en este mundo del siglo XXI? Resistir al diablo de la mejor manera es como también nos dice Martin Lutero en palabras aún válidas: “La palabra de Dios y la oración son las mejores armas. Quien sirva a éstas, los ángeles estarán a su lado”.

En Navidad, cada año, nos gusta representar el pesebre navideño e incorporamos ángeles en el mismo. Los niños se visten de ángeles. Los ángeles existieron y existen, son una realidad. Los ángeles se comportan mayormente como mensajeros de Dios, a veces como protección, seres espirituales de Dios. Si los ángeles existen, pueden asistirnos porque son enviados por Dios, sabemos que son seres espirituales que, según les plazca pueden hacerse visibles. De la misma manera hay seres espirituales que no son de Dios que llamamos espíritus del mal o demonios. Esos son los que pidieron salir desesperadamente del cuerpo del endemoniado cuando Jesús se paró enfrente. Esos también existen. Qué significativo es que cuando muchas veces en esta sociedad hay muchos que niegan o ridiculizan la creencia en Dios, en Jesús, en lo espiritual, en la Biblia, según el relato, los mismos demonios en cambio, sí reconocieron a Jesús como el Hijo de Dios. Eso es una prueba más de la existencia de Dios y Cristo y del mundo espiritual.

“Vuélvete a tu casa y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo.

Él, entonces, se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él”. Así le dijo Jesús al exorcizado, al restituido, al sanado.

Nosotros estamos sanos, restituidos por Cristo, mal o bien queremos cuidar de nuestra relación con Dios, pues es lo único que nos sostendrá integralmente. Nos esforzamos, con nuestras fortalezas y con nuestras debilidades, hacemos lo posible. Jesús nos llama a cuidar de esa comunión con él. Y contarle a los demás de nuestras luchas, pero también de nuestra nueva vida en Cristo y de la defensa que hacemos de nuestra fe en El ante un mundo indiferente o no creyente.

Amen.

Dios desea habitar en nosotros

Juan 14:23-27
Enzo Pellini

23 Jesús le respondió: «El que me ama, obedecerá mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y con él nos quedaremos a vivir. 24 El que no me ama, no obedece mis palabras; y la palabra que han oído no es mía, sino del Padre que me envió.

25 »Les he dicho estas cosas mientras estoy con ustedes. 26 Pero el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, los consolará y les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que yo les he dicho.

27 »La paz les dejo, mi paz les doy; yo no la doy como el mundo la da. No dejen que su corazón se turbe y tenga miedo.

“El que me ama, obedecerá mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y con él nos quedaremos a vivir”. La única condición para la compañía, protección y amor de Dios —lo que, en definitiva, llamamos la bendición de Dios—, es obedecer su palabra. Si decimos que amamos a Dios, entonces debemos probarlo obedeciendo Su palabra, que está contenida en la Biblia.

Una de las primeras cosas que debes hacer para obedecer la Palabra de Dios es creer en esta. Eso se llama fe. Es probar que creo en Dios y quiero creer en Dios. ¿Por qué digo que creo en Dios y digo ‘quiero’ creer en Dios?
La fe es un regalo de Dios. Si podemos creer, tenemos que agradecer a Dios porque eso sucede a través del Espíritu Santo de Dios. Para la mayoría de los que estamos en la iglesia hoy, por lo visto no es un problema decir que creo en Dios, aunque nuestra fe a veces no sea tan grande. Pero, ¿sabes cuántas personas hay ahí afuera que no creen? ¿Sabes cuántas personas no tienen el menor deseo de creer en Dios? Y quizás muchos de ellos mueran sin haber creído en Dios. Por lo tanto, tenemos que estar agradecidos por creer en Dios. Debemos estar agradecidos de haber sido criados en familias cristianas que, perfecta o imperfectamente, nos han llevado a la iglesia y nos han dado la posibilidad de creer en Jesucristo. En el caso de los que han sido confirmados, e incluso bautizados, entonces se convierte en nuestra responsabilidad si nuestra fe crece o cae.

La fe es como una semilla o un retoño. Debemos cuidar que la semilla de fe que se ha plantado crezca y madure como Dios quiere.
Al principio, cuando se planta un árbol, es solo una semilla, y luego se convierte en una pequeña planta que requiere muchos cuidados para que con el tiempo pueda convertirse en un árbol. Lo mismo ocurre con los bautizados. Debemos cuidar esa planta. En la vida de fe, a una edad temprana podemos tener padres, padrinos o una familia cristiana que pueda ayudar. Pero eventualmente cada uno de nosotros debe asumir la responsabilidad de cuidar la planta de la fe.
Esa planta de fe debemos cuidarla con temor y temblor; Porque si no la cuidas, a pesar de haber sido bautizado y confirmado, esa planta puede marchitarse y morir. Y si eso sucede en nuestra vida de fe, la fe se apaga y la persona se aleja de Dios con trágicas consecuencias para su existencia más allá de su vida.

¿Se puede tener fe y dudar de la existencia de Dios? Claro, todos los que tienen fe a veces dudan. Sobre todo cuando estamos pasando por momentos difíciles y preguntamos y sentimos que Dios no nos responde. Y no sólo los cristianos dudan de la existencia de Dios. Aquellos que no creen en Dios también dudan de la ‘no existencia’ de Dios en algún momento de sus vidas. Incluso los ateos, en algún momento, dudan de su “convicción” y dicen, ¿no será que Dios tal vez sí existe?

Una vez conocí a una persona que, quizás en broma, pero no era broma, dijo: “¿Cómo puedes creer en Dios a quien no has visto? ¿Cómo puedes creer en algo que no ves? Hoy me desperté y no vi a Dios. Caminé por la calle y no vi a Dios. Estaba en el estacionamiento y no vi a Dios. ¡Muéstrame que Dios existe! Entonces dije: “No se puede “no creer” en todo lo que no se ve. Hay cosas que creemos que no podemos ver. Y le pregunté: “¿Crees en el amor?” “Sí, por supuesto que creo”. “Pero, ¿cómo puedes creer en el amor si no lo ves? “Bueno, ven a mi casa y te mostraré a mi esposa y verás el amor que nos tenemos”. “Sí, pero no veo el amor, ¿cómo puedes creer en algo que no ves? No tenemos que ver todo en lo que creemos. ¿Podemos ver esperanza? Tenemos esperanza y no queremos perderla; es lo mismo con Dios. Hay otras dimensiones que van más allá de la comprensión de los seres humanos. Esa es la dimensión espiritual; no lo vemos, pero podemos creerlo.

Por eso debemos alimentar nuestra fe con el correspondiente alimento para la fe, que es el alimento espiritual. Este alimento incluye la oración, la comunicación diaria con Dios, la lectura diaria de la Biblia y la participación semanal en comunidad, en una iglesia donde recibimos la Palabra y el Sacramento, el alimento que proviene del Espíritu Santo de Dios. Eso es lo que significa cuidar esa plantita; eso es cuidar nuestra fe para que crezca y crezca, y se convierta en el gran árbol de la fe que Dios quiere para nosotros. Si nuestra vida no hace gala de las bendiciones de Dios, posiblemente sea porque no cuidamos esa planta o no la hemos dejado crecer, o no la estamos cuidando y alimentando con alimento espiritual. Incluso si somos mayores, podemos comenzar a alimentar la planta como Dios lo dispuso. Nunca es tarde para que nuestra fe se convierta en un gran árbol. Y más aún, cuando los jóvenes, como será el caso de nuestros confirmandos dentro de dos semanas, toman este consejo y lo atesoran en su vida como dice la Palabra de Dios: “El que me ama, obedecerá mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y con él nos quedaremos a vivir”. Ese es el mejor consejo que podemos dar a un confirmando. ¿Quieres ver los frutos de Dios en tu vida? ¿Quieres ver la bendición tangible de Dios? Comienza a alimentar la plantita de tu fe tratando de obedecer a Dios.

Había una vez un no creyente, que sin duda era muy inteligente y quería tener todas las explicaciones sobre la posible existencia de Dios. Y hacía preguntas al pastor: ¿Dónde está Dios, en medio de la pobreza, del hambre en el mundo, en medio de esos niños masacrados y mutilados utilizados para la prostitución o el trabajo infantil? ¿Por qué hay sufrimiento, por qué hay enfermedades o guerras? ¿Puedes explicar dónde está Dios ante todo esto? Y así hizo una pregunta tras otra. Este pastor dijo: ‘Bueno, déjame tratar de explicarlo. El hombre dijo: ‘No, no puedes explicar nada, porque no tienes las respuestas, porque Dios no existe, Dios es un invento y nadie puede ver a Dios. “Yo puedo explicarlo –sigue diciendo el ministro– pero primero quiero hacerte una pregunta”. “No, no quiero preguntas—dijo el hombre riéndose—, ¡responde a ‘mi’ pregunta!” Pero déjame hacerte una sola pregunta, ¿puedo? “Bueno, está bien —consintió finalmente el hombre— solo una pregunta”. “Si te respondo claramente y satisfago tus dudas sobre la existencia de Dios en este momento, ¿considerarías creer en Dios y convertirte en cristiano? Y el hombre respondió: “¡¡No, para nada!!!” Ok, dijo el pastor, vamos a tomar un café y no perdamos el tiempo.

Así que mi conclusión es que hay personas en este mundo a las que podemos llamar no creyentes voluntarios. Es decir, no quieren creer, ¡y hacen todo lo posible por no creer! Y los cristianos a menudo dudamos de nuestra fe. Puede suceder que tengamos dudas sobre la existencia de Dios y esto puede ser normal e incluso ser honesto admitirlo. Sin embargo, seguimos adelante y persistimos en nuestra fe; seguimos alimentando nuestra fe a través de la oración, la lectura de la Biblia y la pertenencia semanal a una comunidad de fe, porque estamos decididos a creer en Dios. Y esa es la clase de fe que surge de quien ama a Dios, a pesar de nuestras dudas y limitaciones humanas; damos más crédito a Dios que a todos los que quieren convencernos de que Dios no existe. ¡Y esa es la fe que persevera hasta el final! Esa es la fe que, a pesar de los problemas que quieren bajarnos el ánimo y ponernos tristes, letárgicos, deprimidos o negativos, dice: ¡No!, tengo que cambiar de cara, tengo que cambiar de humor para creer, para poder confiar y declarar como que el Salmo 118: ” Éste es el día que el Señor ha hecho; y en él nos alegraremos y regocijaremos. “. Y estar gozoso, feliz y alegre es parte de la misma experiencia de fe. ¡Queremos decidir sentirnos bien y cambiar nuestros sentimientos, cambiar nuestra forma de pensar, nuestra mentalidad, eso es lo que nos lleva a creer! El que está mentalmente enfermo no puede pensar bien y el que no puede pensar bien no puede creer. Los que no pueden creer no pueden amar a Dios, porque no pueden creer que Él existe. ” Ahora bien, tener fe es estar seguro de lo que se espera; es estar convencido de lo que no se ve…. Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe, y que sabe recompensar a quienes lo buscan.” (Hebreos 11: 1.6)

“Sin fe es imposible agradar a Dios”, reformularía en una forma positiva esto: solo con fe se puede agradar a Dios. La única forma en que podemos hacer feliz a Dios, la única forma en que podemos amar a Dios es a través de nuestra fe en Él.
Oramos para que Dios habite en esta iglesia a través del Espíritu Santo. Además, que Dios pueda habitar en el futuro en la vida de nuestros confirmandos y sus familias. Pero el único requisito es amar a Dios tratando de obedecer Su palabra y teniendo fe; es decir, mantener esa fe a través de nuestra comunión fiel y decidida con Dios . Que Dios llene nuestras vidas y se haga presente en esta casa, la casa del Señor.

La obra ya está hecha

Sermón para el día de Viernes Santo- 15.04.2022

Rev. Enzo Pellini

Juan 19:16-30

Entonces Pilato se lo entregó a ellos, para que lo crucificaran. Y ellos tomaron a Jesús y se lo llevaron.

17 Con su cruz a cuestas, Jesús salió al llamado «Lugar de la Calavera», que en hebreo es «Gólgota», 18 y allí lo crucificaron. Con él estaban otros dos, uno a cada lado suyo, y Jesús en medio de ellos. 19 Además, Pilato escribió también un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS. 20 Y muchos de los judíos leyeron este título, porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad. Este título estaba escrito en hebreo, griego y latín. 21 Los principales sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato: «No escribas “Rey de los judíos”; sino que él dijo: “Soy Rey de los judíos”.» 22 Pero Pilato les respondió: «Lo que he escrito, escrito queda.»

23 Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos y los partieron en cuatro, una parte para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual no tenía ninguna costura, y de arriba abajo era de un solo tejido. 24 Y dijeron entre sí: «No la partamos. Más bien, echemos suertes, a ver quién se queda con ella.» Esto fue así para que se cumpliera la Escritura, que dice:

«Repartieron entre sí mis vestidos,

Y sobre mi ropa echaron suertes.»

Y así lo hicieron los soldados. 25 Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena. 26 Cuando Jesús vio a su madre, y vio también presente al discípulo a quien él amaba, le dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» 27 Y al discípulo le dijo: «Ahí tienes a tu madre.» Y a partir de ese momento el discípulo la recibió en su casa.

28 Después de esto, y como Jesús sabía que ya todo estaba consumado, dijo «Tengo sed», para que la Escritura se cumpliera. 29 Había allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon una esponja en el vinagre, la pusieron en un hisopo, y se la acercaron a la boca. 30 Cuando Jesús probó el vinagre, dijo «Consumado es»; luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu.

***

El día de hoy es un recordatorio especial de la muerte de Jesús para nosotros cristianos. Nosotros cristianos evangélicos o protestantes nos centramos más que nada en el acontecimiento de la resurrección. Sabemos que Cristo murió en una cruz, por eso es que tenemos una cruz colgada en lo alto sobre el altar de nuestras iglesias, pero esa cruz está vacía. Cristo no está más colgado en la cruz, murió una sola vez y resucitó. Está vivo, venció a la muerte y al infierno y vendrá al final de los tiempos a juzgar a los vivos y a los muertos, vencerá de una vez por todas a Satanás, al poder de las tinieblas y su reino no tendrá fin será eterno. Eso es lo que creemos los que somos cristianos.

La parte central del mensaje para este día es la que se desprende de la frase pronunciada por Jesús: “Consumado es” que, es algo así como decir en palabras simples: ‘el trabajo se ha cumplido’.

Jesús asumió la tarea de venir a la tierra, se hizo hombre para poder comunicarse directamente con la gente y traer un mensaje de amor del Dios. Vino a restablecer la ley. Vino a poner al día la ley de Dios y la trajo de una forma sencilla para que todos la entendiesen.

No sabemos por qué tuvo que morir. Siendo Dios tuvo el poder de resucitar, pero no obstante no utilizó ese poder para evitarse la muerte. Lo habría podido hacer si hubiera querido, pero no lo hizo. Y eso a nosotros seres humanos nos deja sin entendimiento. ¿Cómo puede ser que Jesús el Hijo de Dios, con todo el poder que tenía no se hubo ahorrado la muerte?

Y existen dos razones por las cuales no lo hizo. Primero porque era un ser humano y quería vivir hasta las últimas consecuencias su humanidad sobre la tierra. Quiso llegar hasta las últimas consecuencias con el mensaje que vino a traer: el mensaje del amor a Dios y el amor al prójimo.

Hubiera sido muy fácil para él llamar a un ejército de ángeles para desparramar a todos los que querían matarlo. Pero esa hubiera sido una forma muy humana de actuar. El también fue Dios y quería mostrarnos que lo más importante es el amor, amar hasta las últimas consecuencias. El amor al Dios y el amor al prójimo es lo único que nos puede proporcionar una existencia segura y eterna. En cierto sentido quiso hasta ver si los seres humanos hacia los cuales se dirigía su predicación se daban cuenta y reconocían su mensaje como el mensaje de amor del Hijo de Dios. Por lo visto no lo reconocieron.

La segunda razón por la cual murió en la cruz, fue porque quiso mostrar que el poder del amor es el mayor poder del universo. El poder del amor es mayor que el poder de la maldad. El poder de Dios es mayor que el poder del diablo. Que el amor siempre triunfa a la larga o a la corta.

Y que aquellos que acepten el amor de Dios, enseñado por medio de su Hijo Jesucristo, vivirán por siempre. Aquellos que acepten que Jesucristo es el Hijo de Dios y que de él viene ese ejemplo de amor, vivirán por siempre. Aquellos que tengan la humildad y el esclarecimiento espiritual para buscar a Dios por medio de Jesucristo vivirán por siempre. Aquellos que amen al prójimo, así como Cristo lo predicó vivirán por siempre. Aquellos que valoren las cosas que vienen de Dios vivirán por siempre.

No se puede nunca llegar a entender el misterio de la muerte de Cristo, el día de viernes santo si no se acepta primero el milagro de la resurrección de Cristo. Por medio de la resurrección de Cristo al tercer día, nos damos cuenta que Jesús era, es y será siempre Cristo. No es una cuestión de tratar de explicar científicamente por qué murió Cristo, si de veras murió así. O tratar de explicar científicamente, por medio de la historia o de la arqueología si Cristo resucitó o no.

Hay tanta gente afanada en buscar pruebas de la resurrección de Cristo y hasta fanatizada por los hallazgos arqueológicos que pueda haber que pierden de vista la dimensión principal: la de creer que Cristo está vivo.

No sé si ustedes recuerdan por ejemplo la noticia sobre el sudario que fue hallado en Turín, Italia. Se han hecho estudios arqueológicos y científicos para probar si este en verdad era o no el manto en el cual envolvieron a Jesús. Hay muchos que lo creen y hasta van a verlo para venerarlo. No sé si fue verdadero o no. No necesitamos de pruebas para creer que Jesús está vivo. Del mismo pasó con Tomás cuando le dijo a Jesús: Si yo no veo en sus manos la señal de los clavos, ni meto mi dedo en el lugar de los clavos, y mi mano en su costado, no creeré (Jn 20:25b)

Y al final Jesús le dice: “Bienaventurados los que no vieron y creyeron”.

Bienaventurados cada uno de nosotros que, a pesar de no ver, de no haber vivido junto a Jesús, de no poder comprender queremos decirle hoy a Jesús, hoy viernes santo, de la misma manera que en el domingo de resurrección o en cualquier día del año, porque para los cristianos todos los días del año son iguales para adorar a Cristo: Yo quiero creer en ti Señor, aunque no entiendo. Yo quiero aceptarte Señor Jesús como mi Dios y Señor, aunque no entiendo, yo quiero adorarte a ti Señor, aunque no entiendo, yo acepto tus mandamientos de amor, aunque no lo entiendo. Yo te amo Jesús Hijo de Dios, aunque no entienda.

Si podemos expresar esto con nuestras palabras, pensamientos y sentimientos, es una señal que de hemos aceptado que Jesús es el Hijo de Dios y tenemos la promesa de la vida eterna regalada a aquellos que aceptan el sacrificio de amor de Cristo.

Es lamentable que nosotros seres humanos queramos entenderlo todo con nuestra mente antes, pero no todo funciona así, hay otras dimensiones en el universo creado por Dios que no son sólo los cinco sentidos humanos. Hay cosas que van más allá de lo natural que, son sobrenaturales. Cuando comenzamos a creer y eso lo hacemos con nuestro espíritu, la presencia sobrenatural y extraordinaria de Dios comienza a habitar en nuestra vida. Cuando el libro del Génesis nos dice: ¡Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza! (Gn 1:26) Se refiere en primer lugar a la naturaleza espiritual de Dios. Somos creación de Dios y tenemos un espíritu ese espíritu anhela terriblemente estar conectado con su creador. Cuando no creemos en Dios a través de Jesucristo, nuestros cuerpos pueden vivir, pero nuestros espíritus están vacíos y cada vez más vacíos y enfermos.

Dios nos da una nueva oportunidad en el día de hoy de aceptar el ofrecimiento, la salvación que Cristo nos ofrece: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Dios ten bendecirá ricamente y cambiará tu vida si aceptas esto ya en tus días sobre la tierra. Si ya has tomado antes esta decisión, decídete hoy que quieres acercarte más a la fuente de de vida de Dios y decídete transitar hacia la santidad, qué puedes hacer a partir de esta pascua de resurrección para obedecer más a Dios, qué cosas puedes dejar de lado que a Dios no le agradan de ti, qué cosas puedes obsequiar a Dios que Dios está esperando de ti hoy. Acepta a Cristo y acepta también cada día cambiar tu vida hacia la santidad.

Jesús murió, sí, pero una sola, vez y resucitó por eso hoy estamos aquí en la iglesia hoy. El está vivo y quiere darte a ti también la vida que estás buscando en todos los sentidos que te puedas imaginar.

—Dios crucificado muerto y sepultado. Dios de amor que, quisiste salvarnos muriendo en la cruz, perdona mis pecados hoy. Permíteme vivir en esta tierra como a ti te agrada. Permíteme cumplir tu palabra. Permíteme ponerte a ti en el primer lugar de mi vida. Pues necesito tu bendición y quiero resucitar al igual que tú, más allá de mi propia muerte. Recibe mi oración Señor Jesús. Amén. —

Verdadera entrega


Sermón para el 5to domingo de Cuaresma-
Rev. Enzo Pellini
Juan 12:1-8
Seis días antes de la pascua, Jesús fue a Betania, donde vivía Lázaro, el que había estado muerto y a quien Jesús había resucitado de los muertos. 2 Allí le ofrecieron una cena, y Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados con él a la mesa. 3 Entonces María tomó unos trescientos gramos de perfume de nardo puro, que era muy caro, y con él ungió los pies de Jesús, y con sus cabellos los enjugó. Y la casa se llenó con el olor del perfume. 4 Y dijo Judas Iscariote hijo de Simón, que era uno de sus discípulos y el que más tarde lo entregaría: 5 «¿Por qué no se vendió este perfume por trescientos denarios, y se les dio a los pobres?» 6 Pero no dijo esto porque se preocupara por los pobres, sino porque era un ladrón y, como tenía la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella. 7 Entonces Jesús le dijo: «Déjala tranquila, que ha guardado esto para el día de mi sepultura. 8 A los pobres siempre los tendrán entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán.»

El Evangelio para el día de hoy nos muestra cuán importante es poder imitar una forma de agradecimiento y amor a Cristo ejemplares como el que mostró María de Betania.

Nuestra tradición nos invita a recordar la pasión y la resurrección de Jesús en este tiempo que llamamos Cuaresma y semana santa. Hoy se nos invita a comprender y valorar la obra realizada por Cristo en la cruz. Muchos no tenemos cabal consciencia de lo grandioso de esto. Sólo el Espíritu Santo puede darnos verdadera comprensión de lo que significa que Jesús haya muerto en la cruz por nosotros. Aunque si no podemos entenderlo cabalmente no importa, lo más importante es que podamos decir: – “Gracias Señor por tu obra redentora en la cruz y gracias por permitirme creer en ti como el Hijo de Dios, resucitado y presente en mi vida. Te adoro y te alabo por ello”. De eso se trata cada vez que queremos celebrar el tiempo de Cuaresma, queremos valorar la obra redentora de Cristo en la cruz y poder enseñar con el evangelio y nuestro testimonio de fe a los demás lo que él hizo, e invitarles a creer en El para que ellos también puedan alcanzar la salvación.

María de Betania, si ustedes recuerdan, era aquella que se sentaba cerca de Jesús y quería escuchar su palabra cada vez que él llegaba a la casa. Quizás se acuerden de la historia de María y Marta. Marta era la hacendosa hermana que quería servir a Jesús con su comida y María con su atención. María era la hermana de Lázaro, el hombre que Jesús había resucitado. Y se encontraban allí en la casa de los tres hermanos también probablemente los doce discípulos porque se menciona que allí se encontraba Judas quien después traicionaría a Jesús.

Cuando leemos rápidamente esta historia puede que no nos toque demasiado, una mujer que derrama un perfume caro sobre los pies de Jesús, qué hermoso gesto, quizás no sintamos la dimensión de esto. Es por eso que me gustaría dar algunos datos más. El nardo crece entre los 3.000 y los 5.000 metros de altitud en el Himalaya del Nepal, así como al norte de la India y en China. Se necesitan 70 plantas para extraer de las raíces una pequeña cantidad de perfume. Los hindúes lo utilizaban como aceite medicinal y para perfumar. Poseer perfumes puros como el nardo era una manera de inversión en aquellos días. Recordemos que en aquel entonces no había bancos como hoy en día, ni sofisticadas cajas fuertes y una manera de invertir o ahorrar dinero era por medio de otros bienes como telas, perfumes y para los más ricos monedas de plata y oro. Es seguro que este perfume habrá provenido de los ahorros de María. Dice en la Biblia que esa cantidad que derramó valía 300 denarios. El denario era una moneda romana. Utilizaban la moneda de uso corriente en aquellos días, como hoy podríamos usar los dólares estadounidenses, por ejemplo, era una moneda de cambio común. Un denario equivalía a la paga de un jornalero por día de trabajo. Un jornalero trabajaba durante todo el día romano que, iba de sol a sol desde las 6 de la mañana hasta las 6 de la tarde. Si convertiríamos esto al valor de un denario, hoy en día, en Canadá, podríamos decir que es el equivalente a $120 CAD, si sólo calculamos una jornada de 8 horas. Esto nos dice que 300 denarios son $36,000 CAD. Ese era el valor del perfume que derramó María.
María derramó a manera de ofrenda u homenaje estos trescientos gramos de perfume sobre los pies de Jesús.

¿Por qué perfume? ¿Por qué nos ponemos perfume tanto hombres como mujeres? ¿Cuál es el sentido de esto? ¿O por qué usamos fragancias, desodorantes de ambiente o sahumerios para dar un olor agradable a nuestras viviendas? Porque el olfato al igual que los otros cinco sentidos también es un aspecto importante de nuestra vida. Queremos que lo que los otros huelan de nosotros sea agradable. El buen olor o fragancia denota belleza, limpieza y por lo tanto atractivo. De la misma manera los olores agradables denotan pureza, hermosura y sentimiento de placer, paz y felicidad. Estos sentimientos también se reflejan por medio de nuestro sentido del olfato. Los olores agradables que desprenden los perfumes y esencias son apreciados y valorados pues nos hacen sentir bien y nos dan felicidad.
Es por eso que cuanto más duraderos, fuertes y agradables al olfato son los perfumes son más apreciados y costosos. Hay perfumes tan caros hoy en día en que un frasco puede costar hasta más de $5000 CAD.

El frasco de perfume que vertió María representaba no sólo sus ahorros o su dinero, sino parte de su vida, su entrega total a Dios. Para mostrar una verdadera adoración y alabanza ese frasco debía ser vertido o donado para Dios. Esta mujer que derrama todos sus valores en un instante quiere mostrar su entrega y su total confianza hacia Jesús. No sabemos si ella fue consciente de que de alguna forma esta unción preparó a Jesús para su funeral, como cuando los hebreos preparaban un cadáver para la tumba. Pero sin saberlo también cumplió este propósito y así lo aclaró Jesús.

Jesús no niega la posibilidad de dar generosamente, sea dinero o bienes para su obra, para la misión, para su iglesia, para honrarlo a él, siempre y cuando eso provenga de un corazón amoroso, agradecido y sincero. Es muy probable que la persona que da mucho para Dios, también sea generosa en todos los sentidos, y esté dando también para las personas necesitadas. A eso se refirió Jesús cuando le contestó al deshonesto Judas: A los pobres siempre los tendrán entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán. Siempre podemos ayudar a los necesitados, y somos desafiados a hacerlo, pero también Jesús quiere ver qué tipo de entrega y adoración que le estamos mostrando a él. Él quiere ver cómo es nuestro corazón. Cada vez que Jesús nos mira, está mirando la autenticidad de nuestro corazón, nuestro interior y cuan honestos somos delante de él aunque nadie nos esté mirando. Eso es lo más importante.

De María de Betania podemos sacar una lección para nosotros hoy. A Jesús lo que más le interesa es si de veras nos hemos entregado a él. Eso es lo más importante que él nos dice hoy a partir de esta historia. Las personas que puedan tener un corazón sincero y abierto a Jesús, serán capaces de amarlo y darle todo para él y su iglesia. A Jesús no le interesa lo que estemos mostrando a los demás de cómo somos, sino lo que desde nuestro interior le mostremos a él lo qué somos.

En esta Cuaresma, Dios nos invita a ser sinceros con él. A hacer un balance si de veras estamos entregados a él como a él le gustaría. Los valores de Cristo muchas veces van a trasmano de los valores de la sociedad y de lo que la sociedad considera lógico, racional y sensato. La historia del día de nos lo muestra. ¿De qué manera podemos nosotros amar a Dios con autenticidad imitando el testimonio de María? El tiempo de Cuaresma bien puede ser un tiempo de un reencuentro con Jesús y de desafío a dejar aquellas cosas que no necesariamente son las que Jesús busca de nosotros. Él está esperando un cambio en nosotros. De la misma manera que el apóstol Pablo nos dice en Flp 3:7 Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida, por amor de Cristo. Dios espera nuestra ofrenda, pero no sólo de cosas materiales sino la ofrenda completa y viva de todo nuestro ser a él y de poder seguirle con autenticidad. En eso radica el desafío de poder ser agradecidos a Cristo por su obra en la cruz y así amar a Dios.
Amen

Volver a los Evangelios

Sermón para el día de la Reforma 500 años
 Mateo 10:26-33
»Así que, no los teman, porque no hay nada encubierto que no haya de ser manifestado, ni nada oculto que no haya de saberse.  Lo que les digo en las tinieblas, díganlo en la luz; y lo que oyen al oído, proclámenlo desde las azoteas.  No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Más bien, teman a aquel que puede destruir alma y cuerpo en el infierno.  ¿Acaso no se venden dos pajarillos por unas cuantas monedas? Aun así, ni uno de ellos cae a tierra sin que el Padre de ustedes lo permita,  pues aun los cabellos de ustedes están todos contados.  Así que no teman, pues ustedes valen más que muchos pajarillos.  A cualquiera que me confiese delante de los hombres, yo también lo confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.  Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos.


A cualquiera que me confiese delante de los hombres, yo también lo confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos.
¡Qué versículo desafiante, especialmente pensando en nuestros días, donde hay tantos mártires en el mundo que aún siguen predicando al Dios vivo de la Biblia, y donde también hay tantas iglesias que diluyen el mensaje de la palabra de Dios, la Biblia!
Lutero supo muy bien qué quería decir esta palabra para hoy. Lo descubrió cuando pudo leer la Biblia por primera vez. Y sintió que todas las verdades claras y sencillas de la Biblia tenía que comunicarlas a su comunidad. La valentía de Lutero consistió en liberar el poder de la verdad clara y sencilla de la Biblia para y que sea entendible para toda la gente. Esta Palabra llegó a transformar el mundo en aquella época.
Y esa palabra también nos desafía hoy a seguir proclamando la única verdad de la Biblia de una forma clara, sencilla, directa pero desafiante. En la historia de la iglesia cristiana cada vez que hubo un movimiento de avivamiento y de fuerte presencia del Espíritu Santo fue cuando los creyentes volvieron a re-leer y a creer en la palabra de Dios, la Biblia, como verdadera Palabra de Dios por encima de los conocimientos del mundo.
Y eso está pasando lamentablemente en nuestra sociedad hoy en día donde muchos creyentes llegan a diluir el mensaje de la Biblia para adaptarlos a los caprichos de la sociedad de turno. Y Lutero se caracterizó precisamente en guiarse según las Sagradas Escrituras y no las enseñanzas del mundo de su época.
Cada uno de nosotros como creyentes y cada una de nuestras iglesias recibirá la bendición de Dios y recibirá la unción de Dios en tanto vuelva una y otra vez a poner la sola autoridad de las Sagradas Escrituras y así confesar a Jesucristo delante de los hombres.
Lutero, al comenzar a leer la Biblia, al volver a las fuentes del Evangelio, se sintió aliviado, reconfortado y amado por Dios y libre de los requerimientos que la iglesia decía que había que cumplimentar para “ganarse el cielo”. Se dio cuenta que las verdaderas buenas obras son las que brotan de un corazón agradecido producto de la fe en Jesucristo. Así como él dijo: “La fe en Cristo es el comienzo de todas las buenas obras”. Son obras de amor al prójimo y no una competencia hacia la salvación. Los sacrificios impuestos por las religiones y todas las exigencias (ayunos, celibato, renuncias, sacrificios personales, procesiones) no conducen a nada. Por el contrario, por una parte producen jactancia porque quien los practica se cree ya mejor que los demás y por otra parte llevan a la desesperación porque nadie puede llegar a cumplimentar todo a la perfección.
Es por eso que uno de los re-descubrimientos más grandes que hizo Lutero fue al leer la Biblia y comprobar la verdad hasta ese momento oculta de la misma y entonces así él resumió en cinco aspectos fundamentales que no tenemos que perder de vista para nuestra salvación:
Sólo por la fe
En la época de Lutero, la gente se acercaba a la iglesia por miedo a ir al infierno. La gente corría detrás de hacer todo lo posible para asegurar el perdón ya en esta tierra.
Es muy probable que en nuestros días poca gente corra detrás del perdón y se interese muy poco por la vida más allá de la muerte, pero casi todos corren detrás de ser reconocidos y valorados en la sociedad en que viven.
Lo que Lutero redescubrió fue que el reconocimiento y el valor en esta vida lo podemos recibir en un instante y de forma gratuita de parte de Dios. Ningún estudio o carrera, ningún sacrificio, ninguna vida de riquezas materiales, ningún esfuerzo de la voluntad nos podrá hacer perfectos. Ningún cumplimiento estricto de la religión nos asegura la vida eterna. Ninguna obra de bien en la sociedad o voluntariados o sacrificio nos acercará más a Dios o nos perdonará nuestros pecados. Sólo por la fe podemos acercarnos a Dios, obtener su perdón y vivir como cristianos. ¿Qué es la fe? No es una simple aceptación de alguna doctrina, sino una confianza profunda en Dios y nuestra decisión de entregar nuestra vida a EL. Es la confianza en que por la muerte sacrificial de Cristo mi culpa por mi pecado ya ha sido pagada y que Dios me transforma en una nueva. Es saber que soy indigno, pero que Dios me regala dignidad. Es confiar en que Dios me ama y me invita a su reino. La religión es muchas veces sólo un paquete de tradiciones heredadas y de ceremonias y ritos del pasado, pero la fe es una experiencia del perdón del pecado y de una vida nueva en comunidad. Es sabernos aceptados por Dios, e invitados a vivir en comunión con otras personas. Dios nos ama, Dios nos perdona por la obra de Cristo, Dios cambia nuestra vida. Dios nos coloca en una iglesia. Dios crea con nosotros y con los otros creyentes en Jesucristo una familia nueva que vive de manera distinta y hasta muy a menudo opuesta a la manera de vivir de la sociedad. Con los cristianos, Dios crea una alternativa al mundo, un mundo diferente, como decimos ‘santo”.
¿De dónde proviene la fe? Por la predicación y la enseñanza de la Palabra de Dios, aceptada precisamente con fe, en medio de una congregación en la que todos los discípulos se apoyan uno al otro.
“Sabemos que el hombre no es justificado por las obras de la ley sino por la fe de Jesucristo” (Gal 2:16)
Sólo por la Gracia
Quiere decir que Dios perdona al pecador gratuitamente y por misericordia, y no porque deba de hacer cosas. Hace quinientos años la gente no sabía cómo ganarse la bendición de Dios. Cuanto mayor era el sacrificio, tanto mayor se creía que sería la obra. Algunos hasta se auto flagelaban en extremo. La Reforma insistió en que Dios regala la salvación. Dios no tiene que recompensar nada a nadie. Lo que hace, lo hace sólo porque quiere. Así es el amor verdadero; no se vende ni se compra, sino que se regala, se acepta y se vive. Pero hay que resaltar algo muy importante que hay sólo una condición para que Dios nos regale esa salvación y esa condición es arrepentirnos de nuestros pecados y decidir comenzar a creer en Jesucristo como Señor y Salvador nuestro y decidir comenzar a comprometer nuestra vida a Dios por fe, ese el primer paso. La condición es por tanto la fe.
Ciertamente la gracia de Dios los ha salvado por medio de la fe. Ésta no nació de ustedes, sino que es un don de Dios (Ef 2:8)

Sólo la Palabra, las Sagradas Escrituras o la Biblia
¿De dónde provenían todas aquellas reglas y las enseñanzas sobre los castigos del purgatorio, las indulgencias, los sacrificios personales, la necesidad de obras buenas? ¿De dónde salió la el negocio del perdón de Dios? ¿De dónde salió el negocio con la gracia de Dios? ¿Fue acaso de la Biblia? Por supuesto que no.
Durante muchos siglos había crecido en la iglesia innumerables enseñanzas humanas, especulaciones, tradiciones populares, decisiones de la institución iglesia, creencias y costumbres. Esa selva había tapado el mensaje bíblico. La Reforma volvió a sostener que solamente la Biblia es la fuente y norma para la fe y la vida cristiana. Por ello rechazó todo lo que no se encontraba en la Biblia. Entre esas creencias rechazadas se hallan las obras que otorgan méritos, las indulgencias, el purgatorio. Sólo así pudo volver a enfatizarse la obra de Cristo. La Reforma colocó la predicación entendible, clara, sencilla y directa en el centro de la adoración y promovió la Biblia entre todos los creyentes. Todos los que creen en Cristo deben conocer la Palabra de Dios, alimentar con ella su fe y conducir su vida a partir de ésta. Sin la lectura de la Biblia es imposible la fe cristiana.
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Tim 3:16)

Sólo por medio de Cristo
Durante la Edad Media se había formado la aceptación de un gran número de mediadores entre Dios y los seres humanos: vírgenes, santos y patronos de todo tipo, los sacerdotes mismos, las obras de sacrificio de los fieles, las indulgencias, las reliquias (sobre todo, huesos y otros restos de santos). Una vez redescubierto el valor incomparable de la obra de Cristo, la Reforma insistió en que solamente Cristo él es mediador y salvador de los que creen. La salvación es sólo su obra. Toda otra ayuda o intermediación es innecesaria y además contraria a la Biblia.
La reforma redescubrió que cada creyente puede y debe tener una relación viva con su Señor. Esa relación se mantiene a través de la oración, el estudio de la Biblia y la participación activa en la congregación.
Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, que es Jesucristo hombre (1 Tim 2:5)
Y el quinto aspecto:
Sólo a Dios sea la gloria
Todo lo que somos y hagamos lo hacemos para honrar a Dios y porque él nos lo permite.
Muchas de las prácticas equivocadas de aquella época ya han quedado en gran parte superadas. No es necesario mantener una animosidad hacia los cristianos de la fe católica, como se hizo en el pasado. Pero lo que sí debemos hacer es afirmar nuestra propia fe en los evangelios. Tenemos que saber en qué y en quién creemos, saber por qué lo creemos, tener la certeza personal de que vivimos del perdón de Dios, y participar con convicción en la congregación de creyentes. Si creemos, sentimos y sabemos esto, y si nos mantenemos unidos a nuestra Iglesia y participamos activamente en su misión, crecerá en nosotros la verdadera y renovada fe en Cristo de la misma manera que Lutero quiso enseñar a la iglesia de su tiempo.
Que el Señor nos pueda dar la fe que, no es otra cosa que un milagro de Dios, pues no todos pueden creer, sólo los que son tocados por el Espíritu Santo; pero también la decisión de creer, pues hay muchos que saben que Dios es real pero no se deciden a confiar su vida a él todavía; Que nos de la valentía de ser creyentes pero también de ser testigos de Jesucristo y de hablar sobre lo que sólo la Biblia dice sobre Cristo con aquellos que todavía no lo conocen; Valentía que delante de Dios se transformará en bendición y dicha para nuestras vidas y nuestras iglesias. Amén.

Dar las gracias

Uno de entre la multitud le pidió:

—Maestro, dile a mi hermano que comparta la herencia conmigo.

—Hombre —replicó Jesús—, ¿quién me nombró a mí juez o árbitro entre ustedes?

»¡Tengan cuidado! —advirtió a la gente—. Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes.

Entonces les contó esta parábola:

—El terreno de un hombre rico le produjo una buena cosecha.  Así que se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer? No tengo dónde almacenar mi cosecha.”  Por fin dijo: “Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes.  Y diré: Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida.”  Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado?”

»Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios.

Lucas 12:13-21

Hoy y el próximo fin de semana también, debería ser un día de fiesta.
Podemos probar hacer un desafío a la gratitud
Siempre decimos que tenemos que contar nuestras bendiciones, hagámoslo entonces, en casa. Escribamos una lista de 100 cosas por las cuales estés agradecido. Algunos pueden pensar que son muchas. Si este es el caso, intenta esto entonces:
Escribe el nombre de 10 personas por las cuales estés agradecido.
Escribe el nombre de 10 personas que hayan fallecido por las cuales estés agradecido.
Escribe 10 aptitudes físicas por las cuales estés agradecido.
Escribe 10 posesiones materiales por las cuales estés agradecido.
Escribe 10 cosas sobre la naturaleza por las cuales estés agradecido.
Escribe 10 cosas sobre las cuales en el día de hoy estés agradecido.
Escribe 10 lugares en la tierra sobre los cuales estés agradecido.
Escribe 10 inventos modernos sobre los cuales estés agradecido.
Escribe 10 comidas sobre las cuales estés agradecido.
Escribe 10 cosas del Evangelio sobre las cuales estés agradecido.

Cuando hacemos una lista como esta, descubriremos que una lista de 100 cosas ni siquiera se arrima a arañar la superficie de todas las cosas que Dios nos ha dado.

Y por qué es así, porque cuando comenzamos a agradecer, y no sólo agradecer a la gente, sino a Dios por cada cosa que tenemos comenzamos a valorar nuestras bendiciones. La gente por lo general mira lo que le falta y no lo que tiene. La mayoría de la gente es de la cultura de mirar el medio vaso vacío y no el medio que está lleno. Y al comportarnos de esa manera no estamos agradando a Dios.
Hay muchos que afirman que, no es que son desagradecidos, ellos dicen no querer ser conformistas, quieren lograr la perfección en las cosas, o la excelencia. Pero sabemos que las cosas perfectas no existen. El único perfecto es Dios. Muchas veces no podemos agradecer porque nos han educado con la crítica constante. Nos han dicho esto no se hace de esa manera, más bien se hace así. Y en cada momento cuando hacíamos algo cuando éramos niños se nos criticaba y se nos decía que había que hacerlo mejor que, como lo hacíamos no era suficiente, no estaba bien. Y nos hemos criado con esa mentalidad y lamentablemente también criamos a nuestros hijos de la misma manera y si eso no se corta en algún momento vamos a seguir así, sin saber que, la crítica no conduce a nada. La crítica no conduce a la perfección, la crítica sólo conduce a más crítica y a menos agradecimiento, a menos reconocimiento de todo por lo cual podemos estar agradecidos. La crítica no nos permite ser agradecidos. Tenemos que ser más agradecidos y menos críticos.

Dios quiere que seamos perfectos, pero perfectos en al amor, perfectos en la fe y la confianza en él, perfectos en la obediencia a su palabra, perfectos en cumplir las cosas que él nos pide en su palabra. Y la bendición o el premio de buscar la perfección en las cosas de Dios son las cosas que en realidad estábamos buscando: las bendiciones materiales de esta vida que vienen incluidas con nuestra salvación. Es por eso que se nos dice en Mateo 6:25ss: »Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa? Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?

»¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. 30 Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe? Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?” Porque los paganos andan tras todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas”.
Esta palabra nos enseñan que quien quiera ser rico en esta vida y vivir una vida llena de bendiciones, primero debe ser rico para con Dios.

Dios es un Dios de amor, él siempre quiere bendecir y quiere que obtengamos la salvación. Pero para ello en primer lugar debemos reconocer que él es Dios. Que es el creador de todo lo que existe y que nos creó también a cada uno de nosotros. La vida que tenemos hoy, si hoy estamos aquí en esta iglesia respirando es porque él lo quiere, no porque el médico lo pueda decidir. La vida del médico también le pertenece a Dios. Dios puede sanar, Dios puede resucitar a los muertos, Dios puede prosperar a los pobres, Dios puede cambiar el clima, Dios puede cambiar las circunstancias externas de cualquier persona, comunidad, iglesia, ciudad, gobierno con el abrir y cerrar de ojos. Cuantos países y gobiernos que parecían eternos e inamovibles desaparecieron de la faz de la tierra y ya no existen más, más la Palabra de Dios continúa: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras jamás pasarán” nos dice Jesús” (Mt 24:35).

En este día en el cual recordamos el día de acción de gracias según la tradición europea y el fin de semana que viene según la tradición de nuestro país, Dios nos quiere hablar a cada uno de nosotros con las palabras del evangelio con una palabra fuerte del mismo Jesús:
“¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado?”
¿Quiénes son los necios? La palabra necio significa: Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber; imprudente o falto de razón; terco y porfiado en lo que hace o dice. Claro está todo esto en relación a creer en Dios, a aceptar la Palabra de Dios, a comenzar a poner las cosas de Dios en su primer lugar en la vida. A aceptar que la vida en primer lugar que me permite trabajar, progresar, prosperar, conseguir cosas, construir, hacerme rico o hacer rico a mi familia, la vida que es el comienzo de toda bendición, viene de Dios, él la da y él la quita. Pero no sólo que quita la vida sino que en este caso de la parábola el necio por ser necio no sólo pierde toda su riqueza material, sino también pierde su vida y lo más grave pierde su salvación.
Es una palabra fuerte, la palabra de Jesús, pero es la verdad. Aunque afortunadamente esta palabra de Jesús es sólo para los necios, no es para nosotros hoy aquí. Porque suponemos que los que estamos hoy aquí, sabemos que es Dios quien da la vida y quien es nuestro Señor y Salvador y a él queremos honrar cuando venimos a la iglesia cada domingo y a él queremos obedecer porque de él depende que nosotros tengamos bendiciones en nuestra vida. Cuando nos alejamos, nos separamos de Dios comenzamos a vivir una vida a nuestra manera, pero ya sin la bendición de Dios.

Muchas personas piensan, como dijimos el domingo pasado que, todo lo que tienen lo han conseguido por sus propios esfuerzos y su propia inteligencia, por su propio trabajo duro y por su propio rendimiento. Pero el evangelio del día del hoy nos dice que quien da todo esto es Dios. El que permite que obtengamos todo lo material que tenemos es Dios. El Dios que da la vida. Eso es lo más importante para el día de hoy. Si hoy puedes irte a tu casa sabiendo esto, que Dios es el que te da todo, comenzando por la vida, y el que te dará todo y te lo conservará todo e incluso te lo aumentará todo, lo hará conforme a tu entrega a él. Y no menos importante, luego de esta vida por tu fe, tu confianza y tu entrega a él te dará la salvación eterna; aunque eso no es para todos. No nos confundamos Dios es amor y es bueno. Pero como decimos todos los domingos en la iglesia: “Y vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos” Va a ver un juicio, pero sólo los necios serán hallados culpables en ese juicio. No nosotros, los que decidimos amarle y creer en él, creer que él es nuestro Señor y Dios y Creador de todo lo que existe y nos quiere dar una cosecha abundante de todo ya comenzando en esta vida en la tierra.
Esa es la promesa de cosecha más grande que queremos compartir hoy. Y por eso queremos estar agradecidos. En el momento que empiezas a dar gracias con ese espíritu, todo comienza a cambiar en tu vida. Te sientes cada día mejor cuando comienzas el día agradeciendo y no en cambio quejándote por todo lo que te falta. Tu respiración se tranquiliza, tu ritmo cardíaco se normaliza, tu salud en general, tu vida física comienza a mejorar porque has decidido poner tu confianza, tu vida en Dios, has decidido comenzar a ser sabio e inteligente y a saber que si te haces socio de Dios, todo, es decir todo, comienza a mejorar en tu vida y claro está más allá de ésta.
Antes de irte a la cama hoy, haz el ejercicio de contar las cosas por las cuales estás agradecido y verás que comenzarás a estar mejor. Deja de criticar y quejarte, más bien agradece y veras que el amor de Dios comienza a cubrir tu vida y a cambiar las cosas que parecen no moverse. Jesús quiere bendecirnos, quiere que vivamos bien, alegres, felices, para ello debemos comenzar a ser agradecidos a él por todo lo que tenemos. Que el milagro producido por las gentes agradecidas pueda tocarnos a cada uno de nosotros soy. Amen

El primer lugar para el Maestro


Pedro dijo entonces: «Nosotros hemos dejado nuestras posesiones, y te hemos seguido.»  Y Jesús les dijo: «De cierto les digo, que cualquiera que haya dejado casa, padres, hermanos, mujer, o hijos, por el reino de Dios, 30 recibirá mucho más en este tiempo, y en el tiempo venidero recibirá la vida eterna.»

 

Lucas 18:28-30

 

Vivimos en un mundo que resalta más lo material que lo espiritual. Todo se construye a base de lo material. Hombre y mujer se unen en matrimonio por amor, pero también por poseer esa vida de amor. La mujer quiere tener un buen esposo, el hombre tener una esposa que lo ame. Por lo menos ha sido así por milenios. Ambos ansían tener hijos, y si es un varoncito y una nena mejor. Pero para poder realizar este ideal de amor puro, hay que sortear muchas vallas materiales primero. El esposo como figura masculina tradicional es el que lleva el pan a la casa y para eso debe conseguir un buen trabajo, o quizás hoy en día también la mujer puede lograr un buen trabajo. En America del Sur aún subiste la figura masculina del hombre que trae la comida a la casa. Por tanto muchas mujeres no estudian carreras terciarias o universitarias que, les proporcionarían un mejor empleo pero también les demandaría más años, es por eso que las mujeres se casan más jóvenes. En Europa en cambio y también en Norteamérica, las mujeres son ya más independientes de esta figura tradicional y buscan mejores estudios y mejores empleos, esto hace que se casen más tarde. En síntesis ambos desde la adolescencia comienzan a embarcarse en el viaje de la obtención de los bienes materiales con ese fin. Para tener hijos hay que alimentarlos, hay que tener una casa, hay que mantenerlos, darles educación y por sobre todas las cosas nos gustaría vivir bien sin hacer demasiado sacrificio y poder descansar y disfrutar de la vida y del matrimonio que hemos formado.
Hay un chiste en Argentina acerca de esta temática.

Un norteamericano pasea por el Norte Argentino (en una zona donde se hacen chistes sobre la supuesta holgazaneria de la gente). Ve a un paisano acostado, bajo la sombra de un algarrobo. Desperdigadas, aquí y allá, sus cabras, algunos carneros y sus crías…—Mira —le dice el americano— con todas esas cabras, ¡la plata que podrías hacer! Sacando la leche, fabricando queso y vendiendo al por mayor.

— ¿Y para qué? —contesta el campesino.

— ¡Para acumular capital!

— ¿Y para qué quiero acumular capital? —pregunta el campesino.

— ¡Con ello compras máquinas y levantas instalaciones industriales!

— ¿Y para qué quiero todo eso?

— ¡Hombre, con eso ganarás un dineral y pronto podrás abrir sucursales por todos los pueblos, alrededor!

— ¿Y para qué? —sigue el campesino.

Casi sin poder dar crédito a lo que considera un grado inmenso de insensatez de su interlocutor, el alemán se arma de paciencia y lo ilustra: “Pues con una empresa grande, con muchas sucursales, tendrás ingresos de dinero por muchas partes, ¡y así te convertirás en millonario!

— ¿Y para qué quiero ser millonario? —se obstina el campesino.

— ¡Para descansar! Cuando llegas a ser millonario, ya no tienes que hacer nada. Tendrás muchos que trabajarán para vos, y podrás dedicarte solamente a descansar… ¡A descansar, tranquilo! —se entusiasma el americano.

Y contesta el campesino: “¿Y qué crees que estoy haciendo ahora?”

 

Pero, en todo ese proceso de querer buscar el amor de la pareja y el amor de la familia, nos perdemos en la maraña de los logros materiales. Algunos afortunados lo consiguen, otros deben seguir luchando hasta su jubilación para poder disfrutar de la familia y con sorpresa observan que los hijos ya están grandes y se han marchado del hogar, o hasta alguno de los cónyuges ha fallecido y ahora está solo. Que no se tiene la vitalidad como cuando se era joven y hasta pueden haber aparecido incluso algunas enfermedades imprevistas. Ni que hablar de aquellas parejas que en este proceso, se pelean por agendas extremadamente ocupadas y cargadas, se separan, o se engañan por la falta de atención o de amor entre sí.
Lo cierto es que la vida se nos pasa por ir en búsqueda de lo material y cuando estamos un poco en condiciones de disfrutar de lo material nos damos cuenta que todo lo demás se ha ido desgranando, por no decir caído en pedazos. Y en el proceso no hemos podido disfrutar aquel amor que decíamos perseguir.

Y allí nos llega Jesús que nos dice en el Evangelio de hoy: No se preocupen por su vida, ni por qué comerán o qué beberán; ni con qué cubrirán su cuerpo. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?… no se preocupen ni se pregunten “¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?”  Porque la gente anda tras todo esto, pero su Padre celestial sabe que ustedes tienen necesidad de todas estas cosas.  Por lo tanto, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. (Mt 6:25ss)

Esta es siempre una palabra bienvenida. Hay muchos cristianos que realmente le creen a Dios, cuando él habla en su palabra y logran vivir una vida más balanceada entre lo material y lo espiritual.
Y ese es el mensaje para el día de hoy lograr vivir una vida balanceada entre lo espiritual y lo material, una vida en equilibrio.
Cuando comenzamos a poner las cosas materiales en el primer lugar de nuestra vida todo comienza lamentablemente a desmoronarse, pues le falta el cimiento principal que es lo espiritual.
El ser humano se sostiene en primer lugar con la base espiritual, si estamos bien espiritualmente todo lo demás se logra.

Cuando pensamos que sólo las cosas espirituales son lo más importante en esta tierra, entonces descuidamos la vida de los demás y condenamos a los demás que necesitan de lo material, por ejemplo nuestros hijos, o nuestras iglesias o la sociedad en general donde haga falta lo material a vivir una vida sin calidad material.

Dios no se opone a las cosas materiales. De hecho, en esta tierra el nos creo como seres humanos de carne y hueso, no somos sólo espíritu, ni tampoco somos ángeles. Dios nos creo como seres humanos y Jesús nos trae un mensaje de esperanza que de todo lo material que necesitemos para nuestra vida él se va a ocupar, pero para ello la condición es que pongamos la parte espiritual en el primer lugar de nuestras vidas, no en el segundo lugar.
Jesús había dicho unos versículos más atrás a sus discípulos: « ¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios! Le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.» (Vs. 24-25)

Y Pedro le pregunta preocupado:
«Nosotros hemos dejado nuestras posesiones, y te hemos seguido.»  Y Jesús les dijo: «De cierto les digo, que cualquiera que haya dejado casa, padres, hermanos, mujer, o hijos, por el reino de Dios,  recibirá mucho más en este tiempo, y en el tiempo venidero recibirá la vida eterna.»

Dios no está diciendo que debemos abandonar las cosas materiales de este mundo y en ella están incluidos también las personas, los parientes, la familia. Dios está diciendo que el primer lugar lo debe ocupar Jesucristo y su iglesia: la comunión de los santos. De la misma forma que leemos en el primer mandamiento: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”. Ex 20:3

Y Jesús lo reformuló: «“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.”  Éste es el primero y más importante mandamiento.  Y el segundo es semejante al primero: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”  De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.»
En primer lugar lo debemos dar a las cosas espirituales, sin por ello descuidar a las personas. Pero el primer lugar lo debe tener Jesucristo y su iglesia, refiriéndonos de cuidar y preservar nuestro ser espiritual. Si de veras somos capaces de poner en primer lugar a Cristo por encima de todo lo demás en nuestras vidas no deberemos preocuparnos por el aspecto material en esta vida en la tierra. Esto significa que todo lo material será suplido también en esta tierra. Es un acto de fe, de confianza en Dios, donde dejamos de preocuparnos y comenzamos a ocuparnos de las cosas de cada día con la confianza en Dios que disipa todo temor, ansiedad y preocupación.
Jesús mismo nos promete hoy: «De cierto les digo, que cualquiera que haya dejado casa, padres, hermanos, mujer, o hijos, por el reino de Dios,  recibirá mucho más en este tiempo, y en el tiempo venidero recibirá la vida eterna.» Amen

Sanado en todo sentido

“Un hombre que tenía lepra se le acercó, y de rodillas le suplicó:
—Si quieres, puedes limpiarme.
Movido a compasión, Jesús extendió la mano y tocó al hombre, diciéndole:

—Sí quiero. ¡Queda limpio!
Al instante se le quitó la lepra y quedó sano. Jesús lo despidió en seguida con una fuerte advertencia:
—Mira, no se lo digas a nadie; sólo ve, preséntate al sacerdote y lleva por tu purificación lo que ordenó Moisés, para que sirva de testimonio.
Pero él salió y comenzó a hablar sin reserva, divulgando lo sucedido. Como resultado, Jesús ya no podía entrar en ningún pueblo abiertamente, sino que se quedaba afuera, en lugares solitarios. Aun así, gente de todas partes seguía acudiendo a él”.

 

Marcos 1:40-45

Cuando las personas se acercan a Jesús, muchas, muchas veces lo hacen por sus propias debilidades y enfermedades, no obstante allí comienza una nueva relación entre Dios y el ser humano. Cuando le entregamos a Jesús nuestro pecado por medio del arrepentimiento él nos renueva esa relación. Y la falta de fe y confianza en Dios también es un pecado. Tengo un versículo de cabecera sobre el cual medito mucho que dice: Sólo con fe se puede agradar a Dios (Heb 11:6). Si no tenemos fe, no estamos poniendo contento a Dios.
Queremos hoy salir renovados, para eso debemos llegar a Dios y dejarle nuestros pecados y el pecado de la falta de confianza, para que él nos perdone, y remueva esa carga. Sólo así podremos luego seguirlo y vivir en esa vida abundante de la cual habla también el evangelio.
Jesús quiere transformarnos a partir de nuestra fe. Pueden suceder incluso milagros de sanidad en nuestra vida. Pero el milagro más importante, es que podamos arrepentirnos de nuestros pecados, creer en Jesucristo como nuestro Señor y Salvador y comenzar a seguirlo a él.

Qué bueno puede ser vivir una vida junto al amparo y la bendición de Dios. No una vida excluida de la bendición de Dios, tan excluida como la vida que llevaba aquel leproso. Este leproso comienza, podemos decirlo así, a vivir otra vez. Sabemos que los leprosos, no sólo eran enfermos, sino que estaban excluidos de la sociedad y aparte de considerarlos enfermos, el aislamiento no era sólo para protegerse de los contagios, sino porque se pensaba que estaban enfermos porque habían pecado; estaban impuros en cuerpo y espíritu. Jesús viene a liberarlo; para ello lo primero que hace es sanarlo, liberarlo de esa exclusión.
Sólo al sentir que Dios nos acepta, nos perdona, nos limpia, nos sana, nos hace puros, no necesariamente en cuerpo, sino sobre todo en espíritu, podremos aceptar a los demás, amar a los demás y tener la capacidad para no excluir a nuestro prójimo.
Algo acerca de la curación por fe:
Hace tiempo tuve la oportunidad de escuchar una reflexión sobre la sanidad en la iglesia. El predicador, tenía una perspectiva acerca del poder sanador de la fe un tanto deprimente. Lamentablemente, no sabemos por qué, no tenía confianza en absoluto. Tenía más fe en el destino infortunado de la enfermedad que, en la posibilidad de milagros en la iglesia. Su predicación deprimió a todos. Y allí me puse a pensar: Es cierto, no podemos manejar a Dios ni a su voluntad. Casi seguro habrá casos donde sea hasta ‘quizás’ voluntad de Dios la no curación de una persona.
Pero hubo algo que no me dejaba tranquilo: ¿Qué es mejor, predicar sobre la desesperanza y el destino desventurado o debemos darle más lugar al poder de Dios en la iglesia? El poder milagroso de Dios comienza a actuar en las iglesias donde la fe es verbalizada, pronunciada, puesta en la boca, cultivada y vivida por cada uno de los creyentes y en especial por los que tienen la responsabilidad de predicar. El poder de Dios se invoca por medio de la fe, no la desesperanza. El poder de Dios se lo percibe en la iglesia cuando se da lugar a la oración por los enfermos en la iglesia (Sgo 5:14s), cuando se comparten testimonios públicos de fe, cuando hay perdón y reconciliación entre los miembros, etc.
Muchas veces me pregunto a qué le estamos dando más lugar en nuestras comunidades y si de veras nos comprometemos con la manera de vivir de los primeros cristianos de la iglesia.

Ya bien conocemos lo que no podemos hacer, conocemos nuestras limitaciones, pero no por ello vamos a cercenar más nuestra fe. Debemos tener la valentía de cambiar nuestra vida y nuestra congregación haciendo y “diciendo” las cosas que Dios le pide a su iglesia.

Por la fe del leproso, Jesús se conmovió: “Si quiere puedes limpiarme”. Y el v. 41 dice así: “Movido a compasión, Jesús extendió la mano y tocó al hombre, diciéndole: —Sí quiero. ¡Queda limpio!”

Este es un versículo extraordinario por varias razones. En primer lugar: Vemos la compasión de Cristo. El siente de veras por lo que nosotros estamos pasando. Y a él de veras le importa.

Y notemos que Jesús se acercó y lo tocó al hombre. Estuvo dispuesto a hacer lo que de acuerdo a la religión era impuro para que el leproso pudiera ser purificado. Esto es un anticipo de lo que pasaría en la cruz. Cuando Jesús murió por nuestros pecados, el llevó consigo toda nuestra impureza. De forma que, podamos ser limpiados por su sangre.

Otra cosa que vemos es que, Jesús no necesitaba tocar al hombre para sanarlo, Podría haberlo sanado a distancia. Pero Jesús extiende su mano y toca a este hombre como una expresión palpable de su compasión. Recordemos: este hombre no había sido tocado por muchos años. Porque sí tocabas a un leproso, eras separado de tu familia. Y eras considerado impuro por la religión por una semana.
Pero Jesús no iba a dejar que la ley religiosa le impida mostrarle a este hombre la abundancia de su amor. Con cuatro simple palabras y un toque de su mano, Jesús salvó a este hombre en la mejor forma que un hombre puede ser salvado. Lo sanó desde el punto de vista físico, espiritual y emocional.

Estimados hermanos en Cristo, este pasaje no tiene la intención de enseñarnos que siempre la voluntad de Dios sanar toda enfermedad. La intención es enseñarnos que, Jesús está dispuesto a hacer lo que sea para limpiarnos delante del Dios todopoderoso. La palabra de Señor para nosotros es que: “Estoy dispuesto a engalanar tu vida una vez más. Soy capaz de salvarte en la mejor forma que una persona pueda ser salvada. Estoy dispuesto a hacer actos de justicia tremendos en tu vida”

Eso es lo que Jesús hace por nosotros. Y noten en el versículo 42 que se nos dice que: “Al instante se le quitó la lepra y quedó sano”. Cuando Cristo toca nuestras vidas, hay efectos inmediatos. Nuestros pecados son limpiados y lavados. Somos adoptados en la familia de Dios. El Espíritu Santo viene sobre nosotros. Todas estas cosas son el resultado instantáneo de la intervención de Cristo en nuestras vidas.

Luego en el versículo 43, Jesús le dice al hombre: “Lo despidió en seguida con una fuerte advertencia: —Mira, no se lo digas a nadie; sólo ve, preséntate al sacerdote y lleva por tu purificación lo que ordenó Moisés, para que sirva de testimonio”. En otras palabras, cuando el sacerdote vea por qué estás allí, se va a dar bien cuenta que, tú eres un hombre cumplidor de la ley judía. Pero también se va a dar cuenta que, Dios ha hecho algo espectacular en tu vida. No vas a necesitar contarle al sacerdote sobre esto, porque él lo va a ver con sus propios ojos.
Pero hay otras razones por las cuales Jesús le dijo a él que cerrara la boca. Número Uno: Jesús no estaba interesado en llegar a convertirse en un curandero famoso. Hay predicadores que disfrutan su fama asociada con sus ministerios. Pero a Jesús no le gustaba esto.
Número dos: Jesús no quiere impresionar a la gente para que crea. El sabe que la fe verdadera tiene lugar, cuando la gente está convencida de su enseñanza. No sólo por el espectáculo de ver a alguien ser sanado. Romanos 10:17 dice “Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo”.

Se suponía que el leproso se quedaría callado. Pero estaba tan contento por lo que había sucedido con él que no pudo mantener su boca cerrada. Vemos en el versículo 45 que, el salió y comenzó a hablar libremente.

Cuando somos transformados por la intervención directa y salvadora de Jesucristo, no es fácil mantenerlo oculto. Todos quieren contar que se sienten como nuevas personas.

Dios estaba dispuesto a hacer algunas cosas maravillosas en la vida de aquel leproso judío. Y debemos saber que con nosotros también Dios está dispuesto a hacer cosas grandes en nuestras vidas y en nuestra iglesia. Todo lo que tenemos que hacer es acercarnos humildes a Cristo como aquel leproso lo hizo. Y decir: “Señor, si tu quieres, puedes purificarme. Puedes hermosear mi vida. Puedes hacer que valga la pena vivir mi vida. Puedes hacer cosas maravillosas a través de mi”. Sigamos el ejemplo del leproso. Y vayamos a Jesús en oración hoy mismo.